Los partidos que dan apoyo al Govern se apuntan con el dedo. Se acusan mutuamente de estar realizando actuaciones ética y políticamente reprobables. Mientras Podemos pide la dimisión de Barceló por su responsabilidad en la crisis de los contratos, MES contesta a Podemos, y tu más en IB3.
El señalarse con el dedo siempre ha sido mal visto y no da buenos resultados. Genera una reacción intensa e irracional entre los digitados. Les pone en posición de ataque irreflexivo. Anula el diálogo, disminuye la posibilidad de llegar a acuerdos y desvirtúa el debate de contenidos y de principios y lo centra en las personas.
Pero la situación no es casual ni excepcional. La digitación se ha instalado en el govern. Ha sustituido al análisis racional de las acciones y ha enrarecido las reacciones. La supremacía de cada formación se ha impuesto en sus ámbitos, sin consenso, priorizando los intereses de grupo frente a las responsabilidades conjuntas ante la sociedad. La rapiña se ha convertido en una actividad persistente que podría explicar una parte importante de los desencuentros que se originan entre los miembros que conforman y dan su apoyo al actual Govern.
Una forma de gobierno que está devaluando la calidad de nuestra democracia y convierte en peleles a los más altos representantes de las instituciones. El govern, el parlament, las consellerias, ... responden a los inestables equilibrios entre las formaciones y a sus espúreos intereses. Cualquier otra afirmación es discutible.
Dos aspectos capitales cierran el círculo de opacidad en el que puede entrar nuestra comunidad.
En el momento de las responsabilidades públicas, ¿ cómo se van a tratar las diferencias entre las formaciones y la crisis de los contratos en la televisión pública, cuando el propio organismo autónomo depende de las consellerias afectadas y lo han colocado en el centro de todas las disputas parlamentarias?
En el momento de las actuaciones judiciales, ¿la Abogacía de la Comunidad tiene autonomía para tratar con independencia los temas que están en el centro del debate? ¿Sus dictámenes se podrán considerar imparciales si se llegó a justificar el cese de su director, en sede parlamentaria, por diferencias de interpretación entre las conclusiones técnicas y las posturas de las instancias políticas?
Nos estamos jugando bastante más que la ya trascendente repercusión económica, política y legal de los litigios en cuestión sobre los individuos y las formaciones. Las dudas sobre el lícito destino de unos cientos de miles de euros, se convierte en una alargada sombra sobre los miles de contratos digitados por los distintos organismos del Govern. La espada de Damocles se balancea sobre dos de las formaciones políticas imprescindibles para la estabilidad del ejecutivo.
De aquellos polvos vienen estos lodos. La semana de pasión no ha hecho sino empezar.