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Los nuevos reyes de Holanda herederán una inmensa fortuna

domingo 03 de febrero de 2013, 18:17h

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El próximo 30 de abril la futura pareja real de Holanda, Guillermo Alejandro y Máxima, se convertirá en una de las parejas más ricas del planeta, al heredar el trono y los bienes dejados por la reina Beatriz.

La casa de Orange-Nassau es una verdadera empresa multinacional con inversiones en varios sectores de la economía. Nadie es capaz de afirmar cuál es el paquete accionario que la casa real holandesa posee en la petrolera anglo-holandesa Royal Dutch Shell, pero los expertos aseguran que es la "principal accionista".

La reina Beatriz, desde que llegó al trono en 1980 articuló una ingeniería de inversiones en empresas como la compañía nacional de aviación (KLM), el banco ABM-AMRO y la empresa Philips, que la situaron entre las 200 mujeres más ricas del mundo.

Junto con la corona, Guillermo Alejandro ?€”y de forma accesoria su esposa, la argentina Máxima Zorreguieta?€” "heredará" el patrimonio que se transmite de un monarca a otro desde la fundación de la casa de Orange.

Guillermo, en Holanda, es catalogado como un verdadero hombre de negocios.

Hace casi una década la revista Forbes ?€”especialista en encontrar las fortunas más grandes del planeta?€” dijo que la soberana holandesa disponía de bienes por 5.000 millones de dólares.

La indignación que provocó aquella clasificación hizo que Forbes vaya corrigiendo sus sucesivas estimaciones hasta ajustarlas en la actualidad a 300 millones de dólares para la monarca.

Algo similar ocurrió con la revista neerlandesa Quote 500, que publica todos los años la lista de los 500 holandeses más ricos. Solía situar a la reina Beatriz a la cabeza de la nómina con una fortuna superior a los 1.000 millones de euros. En 2009 la publicación ajustó sus cifras en los 800 millones de euros pero el año pasado las colocó en 950 millones (1.300 millones de dólares). Los cálculos han sido siempre negados por los Orange.

Con la corrección de las cifras, según Quote la reina Beatriz duplica largamente la fortuna de la reina Isabel II de Inglaterra, dueña de 500 millones de dólares. Pero de acuerdo al ranking de Forbes, la holandesa queda detrás de la soberana británica.

Según Forbes, la parte esencial de la fortuna de la casa de Orange-Nassau provendría de dinero invertido en acciones en Holanda, Nueva York, Londres y Ginebra. Luego seguirían bienes inmobiliarios, que incluyen el castillo de Drakensteyn en Holanda y una maravillosa residencia en la ciudad italiana de Tavernelle. Por último, valiosas obras de arte (cuadros de grandes pintores holandeses de hasta cinco siglos atrás) y joyas.

Hasta que Lehman Brothers cayó en 2008, ese banco y Salomon Brothers eran los que contaban con la confianza de Beatriz para sus operaciones en los Estados Unidos.

Ese año, la reina y sus hijos habrían perdido 100 millones de dólares invertidos en la empresa del estafador estadounidense Bernard Madoff, una versión que nunca pudo ser verificada.

Repartida. Como lo hacen todos los dueños de grandes fortunas, la casa real holandesa tiene diversificadas al máximo sus inversiones a través de fundaciones y sociedades.

Según Philip Droge, periodista holandés que investigó extensamente el tema, la tesorería de la casa real cuenta con un equipo de unas 20 personas.

El tesorero personal de la reina es responsable de las finanzas de la casa real, pero los aspectos privados están bajo la órbita de otros hombres de confianza que pilotean a sendos equipos.

Esa sería sólo la parte visible del iceberg, según Droge, quien descubrió que una porción de las finanzas reales es administrada por una fundación central que opera como vértice. En ese esquema, los inversores privados, como el banco holandés Mees Pierson, cumplen un papel esencial en las colocaciones.

La fragmentación evita de por sí que un sólo equipo de finanzas tenga información sobre el resto de las inversiones, fuentes de ingreso y propiedades de los miembros de la casa de Orange-Nassau.

Según los expertos, algo queda claro luego de las investigaciones de los últimos años: las fortunas de la casas reales no provienen del dinero público, por más que reciban suficientes subsidios que garantizan la cobertura de los gastos de mantención.

Los defensores de la monarquía, sin embargo, dicen que sin el dinero público, las familias reales no podrían hacer frente a los costos generados por la seguridad, el mantenimiento de los palacios y los viajes al extranjero.

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