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El
Príncipe de Asturias ha dejado este jueves boquiabiertos a los madrileños
paseando por el centro de Madrid acompañado tan solo por un
par de escoltas mientras iba a dejar su donativo para Cruz Roja Española en las mesas presididas por la Reina, la
Infanta Elena y
Doña Letizia en una nueva edición del Día de la Banderita.
En torno a las 12.00 horas, Don Felipe llegó a la mesa de cuestación situada frente al Congreso de los Diputados donde
su madre llevaba una hora recogiendo donativos, principalmente de alumnos de colegios madrileños que colaboran con Cruz Roja.
Desde estudiantes de primero de infantil hasta bachillerato, niños y adolescentes desfilaban ante Su Majestad entregando los donativos que habían recogido en sus respectivos colegios entre padres, alumnos y profesores.
Algunos entregaron a la Reina
flores o poesías y otros quisieron compartir con ella una graciosa anécdota. Es el caso de Alejandro, que arrancó una carcajada a Doña Sofía cuando le dijo: "
Usted me conoció con el culito al aire".
Y es que la Reina visitó hace años un hospital donde Alejandro estaba en una incubadora al haber nacido 11 semanas antes de lo previsto. Su madre le contó al niño cómo Doña Sofía le había dado ánimos en esa visita, por lo que Alejandro hoy estaba decidido a compartir con la Reina esta casualidad del destino.
Uno de los últimos en acercarse a dejar su correspondiente donativo antes de que la Reina abandonara la mesa para seguir con el resto de actividades de su agenda fue el Heredero de la Corona, que desde ahí tenía previsto desplazarse
hasta la Puerta del Sol para dejar también otro donativo en la mesa presidida por su hermana la Infanta Elena.
Como para entonces ya
había parado de llover, Don Felipe no dudó en dar un paseo desde la Carrera de San Jerónimo hasta la Puerta del Sol, acompañado tan sólo por un par de escoltas y con el paraguas en la mano.
La imagen del Heredero de la Corona paseando
como un ciudadano más por las calles de Madrid dejó
boquiabiertos a todos aquellos que se lo cruzaban, que uno detrás de otro giraban la cabeza para asegurarse de que aquel hombre alto que acababa de pasar era el Príncipe.
Algún atrevido se paró a saludarle con la mano, pero la reacción mayoritaria era de pasmo. Minutos después, el paseo del Príncipe era el tema de conversación en bares y tiendas de la zona.
El Heredero de la Corona terminó su periplo en la Plaza de la Provincia, frente a la sede histórica del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, donde la Princesa de Asturias presidía otra mesa de cuestación.