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Sobre transfuguismo y el dúo sevillano

martes 26 de septiembre de 2023, 01:00h

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Una vez fue consciente de que le faltaban cuatro votos para poder ser investido presidente del gobierno y de que no tenía ninguna posibilidad de conseguirlos de ningún grupo parlamentario, Núñez Feijoo inició un movimiento que ha ido repitiendo de modo intermitente, consistente en dirigirse a los diputados socialistas tratando de conseguir el apoyo de algunos de ellos, apelando al posible desacuerdo de algunos o muchos con la idea de una amnistía por los hechos relacionados con el movimiento independentista catalán. Una propuesta de transfuguismo puro y duro lanzada a los miembros del grupo socialista del Congreso.

En coincidencia, o consecuencia, o colusión, quién sabe, en estas mismas últimas semanas se han producido apariciones públicas de Felipe González y Alfonso Guerra, insignes y dilectos líderes del PSOE triunfante de los años 80 y primera mitad de los 90, clamando contra una tal amnistía, o equivalente, y patrocinando una idea parecida, una a modo de rebelión interna, quizás no tanto para investir a Núñez Feijoo, pero sí para hacer imposible la investidura de Pedro Sánchez y abocar la legislatura a su fin y a nuevas elecciones en enero.

Esta idea ha recibido general beneplácito de políticos, intelectuales y medios de comunicación de la derecha española y también del entorno socialista del dúo sevillano y el rechazo del ámbito de la izquierda y de los nacionalismos periféricos y alguna posición neutra de quien se ha limitado a valorar que la opinión es libre y cualquiera puede manifestar lo que le parezca.

Si aceptamos este último posicionamiento no hace falta decir nada más, que cada cual diga la suya y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Yo creo sin embargo que se puede profundizar un poco en la cuestión y meditar sobre sus condicionantes.

La ley electoral española es, a mi entender y al de muchos más cualificados que yo, defectuosa e injusta. La combinación de circunscripciones provinciales, muchas con pocos escaños a repartir y la adscripción proporcional distorsionada por la ley d’Hondt, favorece descaradamente a las opciones más votadas y, en consecuencia, el bipartidismo. Además, que los candidatos al Congreso se elijan en listas cerradas entrega todo el poder de decisión sobre quien es candidato y quien no y quien ocupa puestos con posibilidades de salir a los partidos políticos. Pero, eso sí, los tribunales han dictado jurisprudencia de que, una vez elegido, el escaño pertenece al diputado, no al partido, lo que abre la posibilidad de que alguno no siga la disciplina de voto cuando va en contra de su conciencia, o en casos en que es el propio partido el que está yendo en contra de su programa electoral sin causa suficientemente justificada.

Aunque esa posibilidad existe e incluso puede ser perfectamente ética, debe estar muy bien acotada moral y democráticamente. En la circunstancia actual, no es creíble que ni uno solo de los ciudadanos que han votado a las listas socialistas lo hayan hecho para investir al candidato del PP, ni tampoco es creíble que no lo hayan hecho para que investir a Pedro Sánchez. Por tanto, no es democrático ni aceptable que diputados socialistas voten a Núñez Feijoo en su intento de investidura, ni tampoco lo es que no voten a Pedro Sánchez en el suyo, caso de producirse. Se trataría de un caso flagrante de transfuguismo indecente.

Otra cosa es que en el caso de que se presente una ley de amnistía, o algo parecido, algunos diputados socialistas decidieran en conciencia no votarla e imposibilitaran su aprobación. Esa es otra situación que podría tener cabida democrática, aunque siempre se han de sopesar los motivos y las consecuencias políticas de las propuestas, pero eso es tema para otro debate.

Así pues no me parece defendible la posición del PP y la derecha mediática llamando al transfuguismo, aunque no puede sorprender a nadie, recuérdese el tamayazo en la comunidad de Madrid, pero tampoco la postura de los GG (González-Guerra). En su intervención de este domingo en la Fiesta de la Rosa del PSC Pedro Sánchez dijo que la manifestación de Madrid del mismo día era contra un gobierno socialista, esto es, lo que les molesta es que haya un gobierno que no sea el suyo y quieren a toda costa y como sea evitar el de coalición que podría presidir Sánchez.

Probablemente Sánchez tiene razón. Si nos fijamos en alguna pancarta de la manifestación de Madrid, veremos que decía: “Puigdemont a prisión y Sánchez a la mierda”. Lo de la prisión lo han decidir los tribunales, no las turbamultas vocingleras y en cuanto a lo de Sánchez, está claro, no quieren un gobierno de coalición por él presidido y le envían a convivir con excrementos fecales. Dicen que quiere quedarse en el poder a toda costa, como si estar en el poder no fuera el objetivo de todo político que está en disposición de conseguirlo.

Y González y Guerra qué quieren. Parece claro que tampoco quieren un gobierno, no tanto socialista, sino un gobierno presidido por Sánchez. Le tienen una inquina y una rabia que no pueden disimular, desde que les ganó por la mano el control del partido cuando ya pensaban que se habían librado de él e iban a colocar a su prohijada Susana Díaz.

Hay que decir que resulta sorprendente que Alfonso Guerra llame a la desobediencia de sus correligionarios cuando él es quien acuñó la famosa frase: ”el que se mueve no sale en la foto”, paradigma de lo que significa el control total del partido en el reparto de cargos y prebendas. La concepción guerrista del partido es la de una cáfila de individuos dóciles, a las órdenes de la camarilla dirigente.

En los tiempos gloriosos de las mayorías absolutas de los 80, González y Guerra se comportaron como dos señoritos sevillanos propietarios de un cortijo, su cortijo, que era el PSOE y desde entonces han recurrido a todo tipo de maniobras para mantener el control del mismo en sus manos o en las de adláteres de su confianza. Recuérdese lo que le pasó a Borrell cuando ganó unas primarias a Almunia y tuvo que dejarlo porque salió a la luz, muy oportunamente, un problema de corrupción, no de él, sino de algunos altos cargos de Hacienda de Cataluña de su confianza. Recuérdese también lo que le pasó a Carme Chacón, que perdió por un puñado de votos un congreso que tenía ganado y que el dúo sevillano consiguió dar un vuelco al resultado en favor de Pérez Rubalcaba, a base de llamadas personales a los delegados durante toda la noche previa a la votación. Por cierto, tanto Almunia como Pérez Rubalcaba consiguieron unos resultados electorales penosos, fracasos incontestables.

Y Zapatero ganó porque GG estaban distanciados y guerristas y felipistas se pelearon entre ellos y los primeros prefirieron apoyarle y evitar que saliera elegido el candidato de González. Pero después le hicieron la vida muy difícil, incluso con desprecios personales, como cuando Guerra, siempre tan ocurrente y siempre faltando al respeto, lo denominó Bambi. Como el repugnante comentario machista que hizo en una reciente entrevista en televisión, en el que despectivamente pretendió contestar a las opiniones de la vicepresidenta en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, diciendo: “habrá conseguido tiempo entre peluquería y peluquería”; comentario que recibió una merecida respuesta de una ministra en funciones que lo calificó de “detestable”.

En fin, veremos qué pasa con la investidura de Núñez Feijoo y, si no sale, qué podrá pasar con la de Sánchez, porque la presión mediática y la del dúo sevillano será de órdago.

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