Dentro de las emociones autoconscientes estan la vergüenza, junto con la culpa y el orgullo. Hoy es pertinente hablar de la vergüenza. En este momento de algarabía social y de estrés meteorológico achicharrante donde se escenifica una y otra vez la impostura y la sobreactuación por parte de algunos seudolideres políticos es conveniente interrogarse por el tema de la vergüenza, los sin-vergüenzas, los avergonzados y los des-vergonzados. Los hechos demuestran que diversos politicos viven instalados en la desvergüenza crónica. No tener o haberla internalizado tóxicamente es igual de desadaptativo. Pero hay que reconocerlo, la vergüenza torera está en crisis y en franca quiebra. No vale nada pero escasea mucho.
Por cierto los niños hasta los cuatro años viven en la desverguenza más absoluta sino han sido victimas de violencias humillantes y extremas precoces .
La vergüenza es un sentimiento doloroso y sensible del que no se quiere hablar y por otra parte es perturbadora, molesta y la preferimos evitar. Dice Bradshaw “que la vergüenza es un sentimiento necesario para mantener a los hombres dentro de determinados límites y favorecer las relaciones sociales. Gaulejac en un magnifico ensayo, concluye que “la vergüenza es un sentimiento moral, existencial y social y tiene una función adaptativa que es el respeto a las normas y valores implícitos en el fundamento del contrato social”. Por otra parte la vergüenza nos obliga afrontar la verdad en nosotros mismos.
Hoy en la clase política predomina el subtipo de seudolideres que carecen de activadores internos de vergüenza reactiva, es decir ni siquiera la mínima, con lo cual no tienen sentido del ridículo y conservan su megalomanía infantil. Aunque también hay que considerar que los sentimientos de vergüenza pueden ser o no reconocidos, ya que son muy amenazantes para un ego o autoestima frágil.
Para Sartre la vergüenza es una descarga fulgurante que confronta al sujeto con la conciencia de existir baja la mirada del otro, “nos hace caer en el mundo”. Rescatemos de nuevo a Gaulejac cuando dice “ la vergüenza es la conciencia social que permite reconocer la primacía de la mirada de los otros con respecto a la mirada propia. Al reconocer que la conducta es vergonzosa, el sujeto pude conservar su lugar en la la comunidad social. En caso contrario corre el riesgo de desviarse hacia la locura o la inhumanidad”.
La ambición así como el orgullo son antídotos de la vergüenza.
La mayor parte de la ciudadanía que si que conservamos un mínimo sentido de vergüenza , asistimos avergonzados a la teatralización y gestualizacion de algunos seudolideres sociales.
Cyrulnik en su libro” Morirse de Vergüenza, el miedo a la mirada del otro”,es demoledor en el “somos títeres de nuestros relatos.Tanto el orgullo como la vergüenza proceden de la representación que hacemos de nosotros mismos. Cuando la sala está vacía, no sentimos ni vergüenza ni orgullo, tan solo un poco de aburrimiento”.
Pues bien eso es lo que queremos una gran mayoría de ciudadanos: sobredosis de aburrimiento. Estamos hartos del estrés cívico, de la incertidumbre y de los riesgos que nos generan seudolideres des-vergonzados y sin-vergüenzas.
Ya saben en derrota transitoria nunca en domas.