Parecía difícil que la guerra civil y multilateral de Siria pudiera complicarse aun más, pero en los últimos días se vienen produciendo acciones militares significativas por parte de varios de los contendientes activos en el laberinto sirio, que están empeorando el conflicto, por sí mismas y por las consecuencias devastadoras que podría tener una escalada de las mismas.
El presidente turco Erdogan ha enviado su ejército a invadir territorio sirio para combatir a las fuerzas kurdas en la región de Afrin, provocando bajas y desplazamientos de la población civil y obligando a las fuerzas kurdas de autodefensa y sus aliados, minorías cristianas y algunas árabes, a desviar una parte importante de sus efectivos que luchan, con gran efectividad, contra Estado Islámico, a defenderse de la agresión turca, lo que supone un alivio y una oportunidad de reagrupación y contraataque para los integristas islamistas.
Además, los kurdos son aliados de los Estados Unidos y hay militares estadounidenses sobre el terreno, realizando labores de formación y asesoramiento de las fuerza kurdas, con lo que existe el riesgo cierto de la ofensiva turca pudiera entrar en colisión con soldados americanos, cuando los dos países son aliados miembros de la OTAN.
Simultáneamente, la aviación del régimen sirio y sus aliados rusos han iniciado un bombardeo inclemente sobre el suburbio de Damasco de Ghouta y sobre la provincia norteña de Idlib, dos de los últimos bastiones del opositor ejército libre de Siria, que está produciendo centenares de muertos y heridos entre la población civil. En estas zonas, además, también están presentes Al-Nusra, la franquicia de Al-Qaeda en Siria y algunos otros grupos islamistas radicales, que combaten a El Assad junto con el ejército libre, pero que tienen sus propios objetivos, que no son precisamente el establecimiento de un régimen democrático laico, sino una dictadura islamista.
También Estados Unidos ha incrementado su implicación con el bombardeo de tropas del régimen que habían iniciado una ofensiva contra los kurdos en la zona del Éufrates. Y para acabar de complicar la situación, Israel derribó un dron iraní que había invadido su espacio aéreo y sus aviones lanzaron un ataque contra la base de Irán en Siria, lo que resultó en el derribo de uno de sus cazabombarderos F16 por la defensa antiaérea Siria y nuevas acciones israelís y amenazas explícitas de Netanyahu contra Siria e Irán.
Así pues, en el rompecabezas Sirio ya tenemos actuando, cada uno con sus propios intereses, a todas las potencias regionales, Turquía, Irán, Israel y Arabia Saudí y a las dos superpotencias de la guerra fría, Estados Unidos y Rusia. Pésima noticia para la desgraciada población civil, de todas la etnias y todas las religiones, única y auténtica víctima de intereses espurios que nada tienen que ver con ellos.
La posibilidad de un alto el fuego seguido de un acuerdo de paz y una transición hacia un régimen democrático y laico que integre a todos los ciudadanos sirios se adivina cada vez más lejana, si no imposible. Todos son culpables, pero hubo un momento en que el régimen estaba contra las cuerdas, la oposición democrática laica era la fuerza predominante entre los adversarios a la dictadurta de El Assad, los islamistas no tenían capacidad de imponerse, Estado Islámico aun no era significativo, Rusia dudaba de intervenir militarmente y Erdogan no tenía aun necesidad de inventarse un enemigo externo, kurdo por supuesto, para reafirmar su autoritarismo en Turquía.
En ese momento, una intervención decidida de Estados Unidos y la Unión Europea en favor de la oposición democrática hubiera podido provocar la caída de El Assad y el establecimiento de un sistema democrático, y se habría podido evitar el avance de Estado Islámico, que tantas muertes y sufrimiento ha costado desde entonces. Pero Obama, aunque amenazó, no quiso involucrarse, probablemente por el recuerdo de la catastrófica implicación de su país en Irak, sin tener en cuenta que las circunstancias eran completamente diferentes y que el desastre de Irak fue responsabilidad directa de la nefasta política belicista de su antecesor Bush y su camarilla, especialmente el vicepresidente Cheney y el secretario de defensa Rumsfeld, el trío directamente responsable de la aparición de Estado Islámico.
Y de la UE, por supuesto, no vale la pena ni hacer mención. Los dirigentes europeos, siguiendo su acreditada costumbre de los últimos treinta años, han practicado el dontancredismo y carecen de la más mínima capacidad de ser actores significativos en el escenario sirio, como en cualquier otro conflicto internacional, a pesar de que los europeos nos vemos directamente implicados y perjudicados por la oleada de refugiados que todos estas conflagraciones provocan y que acaban con millones de desplazados llamando a nuestras puertas.