Parece una obviedad, una auténtica perogrullada, pero solo con un buen trabajo en equipo se alcanzan los mejores resultados. Efectivamente, y aunque parezca mentira, todavía hay quien piensa que puede circular por el mundo en solitario. Como se pueden imaginar, el tema de hoy trae causa de las declaraciones vertidas por un conocido y algo sobrevalorado jugador de fútbol tras la derrota de su equipo en el clásico madrileño, si bien podría derivarse del cada vez más esperpéntico escenario político que vive nuestro país o, por supuesto, de alguna que otra situación que podemos habernos encontrado en el día a día de nuestro puesto de trabajo.
Lamentablemente, existen muchos “fenómenos de la naturaleza” que no cesan de repetirse a sí mismos y a quienes les rodean cuán agradecidos debemos sentirnos ante ellos por darnos la posibilidad de compartir su espacio vital, sus experiencias, segundos de su tiempo y hasta su oxígeno. Son esa clase de personas que se apuntan las victorias, se vanaglorian de los éxitos conseguidos atribuyéndoselos en exclusiva y que, por el contrario, eluden rápidamente la responsabilidad en los fracasos sin que exista la más mínima posibilidad de que se hayan equivocado. Están convencidos de que nunca fallan, se sienten un peldaño por encima de los demás y desconocen por completo el significado del verbo empatizar.
Pero tenemos que dar gracias porque existen una gran mayoría de personas que son plenamente conscientes de que juntos somos más fuertes, que uniendo esfuerzos se logran más fácilmente los objetivos y que, si bien solos vamos más rápido, en equipo, llegamos mucho más lejos. Personalmente, en estos últimos años he tenido el honor de crecer profesionalmente en ámbitos tan distintos como la hostelería y el Derecho, y nada se hubiera logrado, ninguna meta se habría alcanzado sin esa labor coral de todo un fantástico equipo de profesionales que hacen de su trabajo y de la formación su razón de ser.
Lógicamente, trabajar en equipo no es fácil pues resulta crucial comprender al compañero, empatizar, tener paciencia y entender que no siempre salen las cosas a la primera. Pero no nos engañemos, si somos capaces de creer y hacer creer en un proyecto común con nuestro esfuerzo e implicación, todo lo demás vendrá solo. Por eso, y después de todo, resulta clave confiar en las personas, en lo que cada uno de nosotros podemos aportar al conjunto para obtener un resultado final que lo es de todos. Si uno falla, fallamos todos, si uno afloja, nos debilitamos todos; pero cuando hay auténtico trabajo cooperativo y se aúnan esfuerzos, el resultado final será necesariamente positivo, de eso no hay duda. P
or tanto, no cejemos en el empeño, no dejemos que las rémoras ni los “fenómenos” frenen nuestro objetivo final, nuestra forma de trabajar, que es también toda una declaración de intenciones en lo que a nuestra forma de entender la vida se refiere. Y dejemos que aquellos que van por libre sigan su rumbo, a su aire, sin dejar de intentar implicarles en nuestro proyecto, por complicado que parezca. Merece la pena.