Quedan por despejar importantes dudas sobre su origen. Los interrogantes definitivos de futuro sobre la interacción con la especie humana solo se podrán contestar a medida que avance la vacunación poblacional y siga desarrollándose la capacidad del coronavirus en la modificación de su estructura hacia variantes que puedan driblar la protección vacunal.
Sin embargo, a estas alturas, el SARS-CoV-2 nos ha informado con precisión sobre cuál es su comportamiento. No quedan dudas sobre su infectividad, su complicidad con los microtrombos, su agresividad con los pulmones y su actitud inmisericorde con las personas más frágiles.
Ni tampoco sobre sus dotes para empobrecernos paralizando la actividad económica. También nos ha manifestado que tiene facilidad para desarrollarse en el contexto de algunos de los comportamientos, manifestaciones culturales y de ocio prevalentes en nuestra sociedad.
Los indicadores de contagio favorables del presente son fruto del avance de la inmunización natural y vacunal. Sumados a las actuales medidas directamente relacionadas con la protección que aporta la distancia social y muy especialmente la mascarilla. Su potente efecto limitador de los contagios como mecanismo de barrera ha quedado acreditado por estudios directos y de forma indirecta por la drástica reducción de los casos de gripe y de las infecciones respiratorias.
¿Es correcto prescindir de la mascarilla en espacios abiertos con la situación epidemiológica actual?. Sin duda que si. Con independencia de las formas y la orientación con las que se hayan instaurado.
El pequeño gran problema radica en saber si los ciudadanos serán capaces de mantener la disciplina pública de ponérsela al entrar a recintos sin ventilación o al incumplir la distancia social. Si no es así, viendo los nuevos brotes, está garantizada una nueva ola.
Con ella volverá el miedo, aumentará el tiempo al que se verán obligados a llevarla los que la utilizan en su actividad laboral, restauradores, sanitarios, fábricas, ...se facilitará la aparición de nuevas variantes más contagiosas y se alargará la recuperación.
La disciplina social no tiene alternativas racionales equivalentes. Depende de la suma de las disciplinas individuales y por lo visto, demasiadas situaciones muestran
que no se está a la altura. El cambio de tendencia de contagios e ingresos es desalentador.
Es obvio que la transmisión por aerosoles se sigue produciendo, sobre todo, en espacios interiores, en los que hay mucha gente y que están mal ventilados, sin disciplina.
Que la transmisión por el aire a distancias menores de uno o dos metros sigue siendo posible en espacios abiertos o cerrados, siempre que no estén bien ventilados y no se use la mascarilla.
Que el período de incubación es de 5 días, pero puede llegar a los 14 días y obliga a las actitudes prudentes.
Que las reuniones de amigos o familiares, oficinas ... pueden ser focos de contagio si no se usa la mascarilla, no se limita el aforo y no se realiza la ventilación necesaria.
La pregunta trascendente tras quince meses de enfermedad, dolor y muerte, es..., ¿qué no se ha entendido?
Buen finde.