Son poco más de las 23:15 horas de la noche del viernes y la Guardia Civil comienza a desplegar a varios de sus efectivos, adscritos al GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), en la rotonda de Palmanova.
Durante los próximos cuarenta minutos, aproximadamente, doce agentes trabajarán en labores de vigilancia en el puesto de control de tráfico que allí han instalado. Pasado ese tiempo, el grupo se desplazará al corazón mismo de la noche en Magaluf, Punta Ballena, donde patrullarán junto a efectivos de la Policía Local de Calvià.
El objetivo es doble: por un lado, reforzar la seguridad ciudadana y, por otro, vigilar y controlar el estricto cumplimiento de las medidas sanitarias que la “nueva normalidad” nos ha impuesto a todos.
La medida no es baladí ya que Magaluf ha recibido estos días a los primeros turistas británicos después de que el Gobierno del Reino Unido modificara el miércoles su 'semáforo Covid' e incluyera a nuestras islas en su 'lista verde'. Una decisión que permite a sus compatriotas viajar hacia los destinos así etiquetados sin tener que guardar después cuarentena a su regreso a casa.
Una medida, la de las patrullas, necesaria también para intentar evitar riesgos innecesarios y otro 'megabrote' que acabe por dar al traste con los esfuerzos de todos los actores implicados en este tortuoso y lento resurgir que el sector turístico afronta con muchas esperanzas, aunque también con muchas incertidumbres.
Las labores de estas patrullas se centran en prevenir botellones, aglomeraciones masivas en la vía pública y, en general, todos aquellos comportamientos asociados al llamado “turismo de excesos” y que tan usuales son por estas fechas en la zona, Así, un total de dieciocho agentes -nueve de la Policía Local y otros nueve de la Guardia Civil- patrullaron a pie la zona de Punta Ballena aunque no llegaron a intervenir en ningún altercado o situación comprometida y se limitaron básicamente a recordar a los turistas la prohibición de sacar bebidas al exterior de los locales y mantener unos mínimos de vestimenta en la vía pública.
En la planificación de las actuaciones a realizar, han trabajado intensamente las administraciones públicas -encabezadas por el Ayuntamiento de Calvià y Delegación de Gobierno-, las asociaciones sectoriales de comerciantes, hoteleros y ocio nocturno, así como el resto del tejido productivo, agentes sociales, grupos y compañías hoteleras con establecimientos en el núcleo y los sindicatos de trabajadores.
Una planificación en la que asume un protagonismo esencial el trabajo de los Cuerpos y Fuerzas de seguridad y, en concreto, el desarrollado por la Policía Local y la Guardia Civil que trabajarán de forma coordinada para evitar que ningún punto de la localidad quede sin vigilancia o pueda acoger actividades de riesgo frente a la Covid.
La idea es que la presencia policial se haga sentir en todo momento. Ni un botellón, ni una concentración masiva, ni una reunión o encuentro con una cifra anormal de asistentes, serán pasados por alto y sus participantes serán oportunamente identificados, con la consiguiente imposición de las multas y sanciones que resulten pertinentes.
Pero las medidas adoptadas en el municipio contemplan protocolos estrictos que deben guardar tiendas y comercios (principalmente mantener en su interior la distancia de seguridad sin rebasar en ningún caso, el aforo máximo permitido) y bares y restaurantes (cumplimiento estricto de horarios, de las medidas de desinfección y número de comensales por mesa)