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No son recortes, son malos

lunes 29 de julio de 2013, 02:45h

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Domingo, 28 de julio. 13.30 h. Sé que no es la mejor hora, pero hay cosas que no puedes elegir.

Acudo a urgencias. Centre de Salut Martí Serra, de Marratxí.

Cinco usuarios y cuatro profesionales: dos doctoras y dos enfermeras. Sólo acompaño, y el acompañante no está moribundo.

Los pacientes llevaban cerca de una hora esperando.

Aviso a la enfermera de nuestra llegada. Me informa que no puede hacer nada, ni tomar nota ni atenderme en “triage” porqué la doctora tiene ¡el cupo lleno!. Sólo esperar en la sala.

No entiendo nada, pero me siento. Pasan los minutos. Pasan poco a poco los enfermos. Siguen sin llamarnos para saber que le pasa a los usuarios. A ninguno.

Treinta y cinco minutos después, el último paciente que había sido atendido por la enfermera accede a la consulta de la doctora, pero la doctora le echa de su despacho, y le manda a la sala porqué en su ordenador salía el último de la lista. La enfermera olvidó darle al intro a su ordenador, para que la doctora lo tuviera presente en el suyo, así que ésta decide no aceptar que el error es de su equipo, y no quiere atenderle. Le echa de la consulta sin aceptar ninguna explicación. Pasa a ser el último de la fila.  Aquel señor indignado, se marcha a la privada (dijo).

Y así fueron pasando diferentes anécdotas de triste cariz durante las más de dos horas que duró mi paso por urgencias en C.S. Martí Serra, de Marratxí.

Aquí no hay recortes, sólo existe un problema: pésimos profesionales. Dos doctoras y dos enfermeras que alternando antipatía y “gracietas”, intentaban capear la atención a cinco pacientes en una total descoordinación. Era la hora de comer, y los usuarios no sabían a qué atenerse.

No son los recortes, es la falta de profesionalidad.

Por suerte no he de ir mucho a urgencias, pero jamás había encontrado personal así en este centro.

Eran 4 profesionales para atender a 5 enfermos: una ciática, dos lumbalgías, dos pequeñas alergias y una abeja que había inflamado el ojo de un niño. Nadie grave, por suerte.

Mientras desde un despacho al fondo a la derecha, una doctora gritaba: ¿hay alguien para el médico?

Hubiese sido mejor pedir una manicura.
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