Según recoge la sentencia, los hechos ocurrieron en agosto de 2019, cuando el joven, alrededor de las 02.15 horas de la madrugada, se subió en sa Ràpita a un autobús junto con otros compañeros en dirección a Palma, donde tenían previsto asistir a una fiesta. Entonces, a unos diez kilómetros del punto de salida, varios jóvenes pidieron al conductor que detuviera el vehículo, momento en el que el joven decidió volver a sa Ràpita.
Paralelamente, la mujer salía del trabajo sobre la misma hora en un coche sin seguro obligatorio y sin haber pasado la Inspección Técnica del Vehículo (ITV) desde hacía, al menos, cuatro años. También tenía el carné de conducir caducado. Con todo, la jueza entiende que estos factores no guardan ninguna relación con el accidente.
LA CONDUCTORA PENSÓ QUE HABÍA ATROPELLADO A UN ANIMAL
Antes de llegar al desvío de Cap Blanc, en un cambio de rasante, la mujer notó un fuerte impacto en su vehículo. Tras mirar en reiteradas ocasiones y no observar nada, creyó que había sido un animal, por lo que continuó su ruta. Al día siguiente, la conductora se enteró de que un vehículo de sus características había sido el posible causante de un atropello mortal en la carretera de sa Rápita, por lo que se puso en contacto con la Guardia Civil.
La sentencia confirma que la víctima circulaba por la mitad de la vía, invadiendo el carril de circulación por el que iba la mujer, provocando, así, el accidente en el que falleció en el acto, o casi en el acto.
Además, en el momento de los hechos, el joven presentaba un nivel de alcohol en sangre de 2,3 mg/l, que la sentencia recoge como "casi un coma etílico", y había recorrido aproximadamente dos kilómetros caminando desde que bajó del autobús. Asimismo, la sentencia reconoce que las condiciones de la vía por la que circulaba la mujer "no eran todo lo deseables para poder observar la presencia de una persona en la calzada".
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