Perdido el golaverage con el Athlétic y el Llagostera, lo último que le conviene al Mallorca es cedérselo igualmente al Huesca. La victoria de los hombres de Anquela sobre el Alcorcón el pasado domingo, hace que un hipotético empate hoy sea más favorable a los locales que a los visitantes. Un reparto de puntos no arregla nada pues supondría mantener la diferencia clasificatoria entre ambos con una jornada menos.
Pese a lo que indica el tablero, el Alcoraz no es un campo fácil. El terreno de juego, llueva o no, es bastante irregular y, en consecuencia, inadaptado para futbolistas de condiciones técnicas muy precisas. De ahí que, mientras Tevenet dirigió al equipo, sus marcadores fuera de casa indicaran un mejor juego que a la inversa. Sin embargo su sucesor le ha dado la vuelta a la tortilla y jugadores mejor dotados técnicamente, como Fran Mérida, han pasado de a ser titulares indiscutibles. Así que los oscenses mantienen su nivel como visitantes, pero han mejorado claramente como locales.
Especular con los planes de Fernando Vázquez es, por otra parte, una aventura. Tras el espectáculo de Palamós, el cuerpo te pide una revolución, pero ¿cuál?. Si, se puede cambiar de portero, alinear a Company por Campabadal, quitar a Damiá o poner a Sissoko, atacar con Ortuño y sin Acuña, etc. ¿Y qué?. Un simple cambio de cromos que no mejora nada, salvo que se plantee de una vez por todas un verdadero cambio de concepto en el que, como bien decía Benito Floro, no confundamos el dibujo con el sistema. De otro lado y si, según Molango, no había nada que reprochar al equipo por el partido del domingo, ¿a santo de qué vendría tanta mayonesa?.
Ganar o ganar. No queda otra. Una victoria era lo mínimo exigible antes de iniciar esta semana de gira y aún es posible. Todo lo demás es perder y alimentar la creciente preocupación por el futuro.