Ya no se trata de sentir una envidia sana, o no, tal y como expresé hace semanas al conocer que el Betis ponía el 31 por ciento de sus acciones a disposición de sus socios. También me miro en el espejo del Málaga, cuyos seguidores entonaron a coro y voz en grito el “Al Thani, vete ya”, en alusión al dueño del club que reside impasible en Qatar mientras su equipo ocupa la cola de la clasificación de primera división, puesto que al contrario del Mallorca todavía no ha bajado a los abismos. Y, eso va a escocer, los mallorquinistas de verdad, si es que queda alguno, deberían estar celosos del Atlético Baleares, cuyo presidente Ingo Volkman, que no es santo de mi devoción, ha prometido ceder la titularidad del Estadio Balear a la Fundación con objeto de que, si en el futuro él vende sus acciones, el campo siempre sea de los balearicos. No he escuchado en Son Moix, ni fuera, la menor queja de Robert Sarver, ni a él o sus ejecutivos plantear la cesión de los derechos de alquiler del multiusos, la propiedad del Lluis Sitjar o el nombre del club a una institución paralela, a pesar de que personas con sentido común y de raíces bermellonas, como el abogado José María Lafuente Balle, lo han sugerido públicamente y en más de una ocasión.
No echo de menos que los hoteleros hayan invertido o dejado de hacerlo en el club. Si, que no se pronuncien industriales del sector de la construcción, de la distribución, del sector energético y financiero entre los que también hubo y hay millonarios. Además de, evidentemente, los políticos en el poder o en la oposición.