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Sánchez y el comodín de Franco

lunes 08 de abril de 2024, 08:30h

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Sánchez lo ha vuelto a hacer. Sacar uno de sus comodines preferidos. El comodín de Franco ante las citas electorales de País Vasco y Cataluña y en plena ofensiva de datos sobre los ‘trabajos’ que desempeñaba su mujer. Y es que las fotos del Presidente con los restos óseos en la Cripta del Valle de los Caídos, ahora Cuelgamuros, son de muy mal gusto llegando incluso al calificativo de indignas. No me gusta nada que se utilice la memoria histórica en busca de una foto o de un titular.

¿Oportunismo político? ¿Una pieza más en la estrategia de Propaganda diseñada por ‘Félix Engaños S.A.’ basada en técnicas Goebelianas? Seguro que una mezcla de ambas.

Lo que está claro es que no deberíamos haber abandonado ese espíritu de concordia que contribuyó a la reconciliación entre españoles en el período de más orgullo político de nuestra historia reciente, la Transición. Porque la triste realidad es que en pleno 2024, casi cincuenta años de la muerte del dictador y dieciocho años después de la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, tenemos una España dividida y enfrentada. Mejor dicho, hemos vuelto a las dos Españas.

Una ley de memoria democrática jamás debe ser un elemento de discordia entre los demócratas sino un instrumento de conocimiento del pasado y de dignificación de aquellos que sufrieron vejaciones, privación de libertad, violencia y/o muerte, con un claro objetivo: cohesionar a la sociedad entera para que no se repitan esas situaciones y para que nuestro futuro se enmarque en un horizonte de concordia y convivencia.

Vaya por delante que estoy de acuerdo en una Memoria sin sesgos, sin carga ideológica, que promulgue la defensa de los valores democráticos y cívicos. De una Memoria de todos y para todos. Para todas las víctimas, tanto de la guerra Civil y de la Dictadura franquista. Y evidentemente, una Memoria histórica donde no se excluyan las víctimas del terrorismo de la Banda ETA como se ha permitido en nuestro país fruto de las concesiones a Bildu y cía.

He defendido siempre conjugar la dignidad de las víctimas y la reconciliación. No parar abrir heridas, sino para cerrar heridas. De hecho, y con en este sentido, me pronuncié en su día a favor de la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos y de una resignificación responsable siempre basada en el consenso y la concordia.

Estos últimos años, la izquierda cada vez más ultra ha buscado una ruptura del consenso, desprestigiando los valores de la transición en el imaginario colectivo de la historia de España utilizando el dichoso revisionismo partidista. Lo que ha provocado un efecto bumerán por la otra parte que les sigue facilitando el relato.

Lo grave es que hay partidos políticos que llevan años instrumentalizando el reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura franquista. Solo buscan el titular fácil, porque si buscasen el reconocimiento de las víctimas lo que harían es aplicar y desarrollar la Ley y evitar el dolor a las familias que llevan meses reclamando la identificación de sus familiares como les habían prometido.

Lo peligroso es que llevan años camuflando de memoria histórica un revisionismo histórico de forma selectiva. Porque el objetivo final de una ley de memoria histórica debe servir, gracias a la reflexión y conocimiento del pasado, para crear entre todos un futuro mejor, más justo, más solidario, más cívico y aún más lleno de libertades.

Y concluyo con una cita de un gran liberal, Ortega y Gasset, filósofo, político y escritor, perseguido y exiliado durante la Guerra Civil: “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande. Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”

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