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Sánchez: acorralado, solo y débil

Por Juan Carlos Rodríguez Tur
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rodriguezturicaiborg/12/12/18
jueves 13 de junio de 2024, 09:14h

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Si hay algo que es innegable del presidente del Gobierno es su capacidad de resistir a todo lo que se le ponga enfrente. Ha superado la mayoría de obstáculos con maestría o con cambios de opinión (mentiras) sin perder la capacidad de tener una parroquia cada vez más sectaria que le idolatra en cualquier circunstancia, planteando un plebiscito en la sociedad entre él y la “extrema derecha” con el único fin de absorber a sus socios.

Sin embargo, hay algo significativo que no puede ser obviado a los ojos de un mero espectador. Sánchez ha perdido las últimas 4 elecciones (europeas, generales, autonómicas y locales), su peso territorial es anecdótico, no dispone de una mayoría parlamentaria sólida, su entorno personal y político está acechado por la corrupción y sus socios se desmoronan a su lado. Ante esta realidad, su salida no es más que un hiperliderazgo con tintes autocráticos basado en golpes de efecto para despistar. Las cartas a la ciudadanía, los ataques a los periodistas críticos y ahora es el turno de los jueces.

Estas reacciones no son más que la constatación de la debilidad de Pedro Sánchez, quien precisa dar volantazos para encontrar un nuevo rumbo en el que el viento le sea más favorable. El tiempo se agota y lleva demasiado tiempo en un limbo que le está costando un desgaste sin precedentes. Cada vez más solo, sin apoyo político ni social, Sánchez se consume y avanza hacia una caricatura soberbia, irracional e imprevisible de sí mismo. Consumido por la crispación, su carisma se marchita.

Los inasumibles retrocesos democráticos y errores políticos que ha cometido con el único fin de apoltronarse serán el recuerdo que quede de él. Como sociedad, nos enfrentaremos al reto de repoblar la tierra quemada que quedará a su paso, volviendo a tender puentes entre la sociedad y recuperando la confianza perdida en las instituciones del Estado que Sánchez ha sacrificado. Su amenaza de hacerse ahora con el control de los jueces por decreto sería la última hybris que le queda para confirmar su delirio. Sánchez está herido y acorralado y por ello representa un peligro para la democracia, pónganse a cubierto.

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