Pasa con San Sebastián lo mismo que con la Navidad: el festejado no tiene espacio en su fiesta. Mucha juerga sí, pero, ¿se nos puede aclarar qué celebramos? Me parece estupendo que las autoridades no quieran asistir a los eventos religiosos, es más, es hasta saludable, tanto para los eclesiásticos que les gusta codearse con ellas, como para ellas que en sus vidas reflejan que es mejor que no entren en la iglesia, como para el pueblo que se lía con tanta hipocresía.
Por un lado intentamos recuperar y mantener nuestras tradiciones y por otro suprimimos del programa el acto que da razón a las fiestas del Ayuntamiento de Palma porque huele a cristiano, aunque luego los mismos que las quitan dicen que acudirán, a título institucional y no personal, a la misa de la Seo. Quedaos en casa a dormir la resaca, no sabéis a dónde vais. Es obsceno, grosero y de una ignorancia supina el comportamiento de las autoridades. ¿Esto es respetar al pueblo?. Papá Estado y Papá Ayuntamiento se olvidan de cuidar de los suyos; imponen lo que les sale de no sé dónde y someten al pueblo con su excentricidades.
Las autoridades deberían buscar el bien común y dar al pueblo lo que éste quiere, dejar hacer y organizarse y cubrir allí donde la población civil no alcance. Procurar la escolarización y la sanidad para todos, una vivienda digna, repercutir los impuestos en beneficio de los mismos contribuyentes, organizar las condiciones de trabajo cuando no sean respetadas,…. Hay tantas cosas para hacer, tantas vidas que asistir, tantas personas a las que socorrer, y sin embargo, lo único que saben hacer es pisotear los sentimientos religiosos y entretenerse en mal organizar festejos en contra del sentir general, para alimentar el odio de los disconformes y colgados de la sociedad, a los que dan de comer para que vocifeen en la calles mientras que la mayoría, la gente de bien y de a pie están trabajando para llegar a final de mes y atender a sus familias.
Las fiestas de San Sebastián serán, como viene siendo habitual, borrachera, vomitonas y orina por toda la ciudad. ES… la nueva peste. San Sebastián, ¡vuelve y líbranos nuevamente!
ROSALÍA CORTÉS SASTRE.