Admitámoslo, no es fácil saber perder y además, aceptar que los otros te han ganado. Es decir cuesta mucho hacer las tareas implícitas en un duelo.
Si no sabes perder te puedes llegar a perderte y eso es añadir leña al fuego. Y en eso están los partidos del anterior Govern, que todavía no han metabolizado el pasar a la oposición y tienen que afrontar unas elecciones generales, en las que se presentan algunos de los más prevalentes perdedores, que todavía están rumiando porque no siguen gozando de la visibilidad que da el poder.
En realidad no han perdido, sino que no han sido elegidos mayoritariamente por los ciudadanos que han optado por confiar, durante cuatro años, en otros partidos con otros valores diferentes y con otras propuestas que nos faciliten la vida y que no nos generen más estrés o malentendidos continuos. Como vulgarmente se dice lo malo no es perder sino la jeta que paseas.
Los políticos dolientes se pierden en la pérdida cuando los mensajes que dan proyectan sobre los ciudadanos que no les han votado, su derrota. De ahí los relatos exculpatorios de “falta de cultura democrática ““se ha votado en clave nacional “, “hemos sufrido un castigo que no nos merecíamos”, “hemos hecho una buena gestión pero la gente no lo ha valorado” etc…. Las estrategias defensivas son de manual de cómo es la dinámica personal y colectiva en los duelos. Cuesta mucho consumir la realidad cuando te duelen los testículos/ovarios de alma y cuando tu narcisismo sangra borbotones.
A más expectativas fallidas, más frustración y más rabia, lo que lleva a cuestionar. ¿En que ficción estaban instalados, que no la vieron venir? ¿Qué autismo se habían construido? ¿Con cuánta sobredosis de autocomplacencia y omnipotencia se estaban dopando? ¿Por qué eligieron la propaganda por tierra, mar y aire como ariete omnipotente para convencer a los ciudadanos de que siguieran confiando en ellos? ¿Por qué el autoengaño impedía una adecuada autocrítica? ¿Por qué minusvaloraron a la otra candidata? ¿Porque días antes de las elecciones realizaron declaraciones que eran una auténticas falacias y que indignaron todavía más a los ciudadanos (como muestra la ficción sanitaria de Ibiza)? ¿Qué asesores con su visión parcial y disociada de la realidad confundieron sus deseos con el sentir generalizado de cambio de muchos ciudadanos? ¿Era el mensaje o el mensajero lo que motivó la derrota? ¿Por qué cuesta aceptar que la estrategia, los mensajes y la personalidad de Marga Prohens, ilusionaron más a la ciudadanía?¿ Por qué aceptaron el exhibicionismo del mitómano Sánchez en la comunidad, sabiendo que era una rémora, que les restaba y contraproducente?
Bien es una pregunta retórica, por miedo y sumisión. Como psiquiatra comprendo que elijan la negación de su batacazo mayúsculo, porque aceptarlo sería asumir responsabilidades políticas y marcharse a llorar y a penar a casa y eso sería un doble duelo. Las crisis y un duelo lo son, son una necesidad y una posibilidad. Una de ellas es dimitir y dejar paso a otros. Es humano pero poco adaptativo la obsesión por buscar chivos expiatorios.
Asuman ya que esta nueva opción política puede aportar a los 1.200.000 ciudadanos de nuestra comunidad tanto gobernabilidad como buena gobernanza. Entiendo también que en el momento actual difieran su debate interno sobre su fracaso electoral pero su dinámica grupal exige que no pospongan o dilaten excesivamente la elección de los próximos líderes del partido que pueda reconducir las “interacciones airadas” que se producirán y a mantener los conflictos dentro de unos límites constructivos. Y aunque sabemos que el futuro no es exactamente la solución para el pasado sigan llorando lo que han perdido pero renuncien a todo lo que le están añadiendo, que les perjudica porque dan la sensación de que tienen un mal perder.
En la vida lo más inmutable es el cambio y en el duelo no hay atajos. Afronten su responsabilidad profesional ya que han elegido la actividad política. Ah y la estrategia del miedo y el catastrofismo no lleva a ninguna parte. Somos ciudadanos adultos, vigilantes, votantes y vetantes. No nos sobreprotejan ni nos compadezcan, no lo necesitamos. Cuídense no se pierdan en el perder. Recuerden; aun, aquí y ahora que están en derrota pero nunca en doma.