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Rumores en Palacio

Por Francisco Gilet
miércoles 23 de septiembre de 2020, 06:00h

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Fue a Carlos I de España, Emperador del Sacro Imperio Romano, ante la tumba de Lutero recientemente muerto, sus consejeros le propusieron profanarla. Carlos I se negó, " yo hago la guerra a los vivos, los muertos ya tienen su juez" y se negó en redondo a tal barbaridad. No es escasa la diferencia entre la conducta del Emperador y la del actual gobierno de España. No solamente hace la guerra a los ya muertos, sino que incluso la hace con los muertos, en este caso por causa de una maldita pandemia, desconocida en sus orígenes.

Y mientras tanto, tirios y troyanos, discuten con los muertos sobre la mesa, desde Palacio llega un tufillo del desborde, de la mediocridad y de la falta de fuste y nivel, para enfrentarse a tanta crisis. El desbordamiento de las oficinas de la S. Social, de la Administración de justicia, de la tramitación de los ERTES, de la gestión de los ERES, incluso de la ministra de la Igualdad de marras, ahora ya preocupada por los orgasmo hetero patriarcales, es más que evidente.

Se dice que Bruselas contempla sorprendida y preocupada como una Oficina Económica, agregada al Gabinete de Presidencia, no da la impresión de tener la suficiente capacidad para gestionar los 140.000 millones de euros que están esperando proyectos e ideas con calado suficiente para sacar a España de la mayor de sus crisis. Ya no se trata solamente de ideas, sino también de formas. Son veintitrés ministerios, treinta y tantas secretarias de Estado, una cincuentena de subsecretarias y miles de asesores que están apacentando los corderos desde la zona de márquetin del gobierno, y nada más. Poner en orden y en concierto tal gentío, no parece tarea fácil, ni mucho menos alcanzable, si tomamos en consideración la gran carga ideológica y partidista de la mayoría.

La gran preocupación de este gobierno no es sacar a España de las crisis, sino mantenerse en el poder. Para ello necesita aprobar el techo de gasto, previo
al anteproyecto de presupuestos y, finalmente, la ley presupuestaria en el Congreso. Y en tal tarea están, continuando con su estilo, el mercadeo de votos. El trueque a cambio de cesiones y concesiones que “nos harán helar la sangre”. No hay límite, todo está permitido, incluso sentarse con un corrupto o con un etarra o con un xenófobo que te ha llamado “necio”. Lo importante es el fin, cueste lo que cueste, incluso la vergüenza que no se tiene.

Polonia, a la espera de 160.000 millones de euros, ha lanzado a consulta pública su plan de reformas, que es tanto como decir que ha tomado ventaja a la mayoría de los países europeos, y en especial a España. Resulta lógico, Polonia no necesita de tanto político para gestionarse y gobernarse.


Mientras tanto en España, las colas en los comedores sociales no paran de crecer, el Ibex sigue cayendo, y la consultoría de Redondo sacando cortinas de humo y recibiendo quejas de los funcionarios, señalando con su dedo acusador a un hombre que gobierna al mismo gobierno sin haber sido votado y sin tener conocimiento pleno de lo que es una Administracion del Estado. Parece ser que, en el Palacio de la Moncloa, circula el rumor que el señor Redondo, en la cima de una administración elefantiásica, no da para más de sí a la hora de producir ideas y proyectos que puedan convertirse en realidad efectiva y práctica. El gentío no solamente es grande sino de nula calidad y eficiencia. Las generalidades ya no sirven, el dejar el problema bajo la alfombra ya está superado, y desembarcar la crisis sanitaria en las diecisiete autonomías no ha hecho sino demostrar la escasa utilidad del sistema autonómico ante una pandemia. No resulta extraño, pues, que la rumorología nos hable de desmoralización del funcionariado, alto y medio, de las grietas en el consejo de gobierno, de unas sesiones encrespadas de Secretarios y Subsecretarios y de una inútil vicepresidenta empeñada en ganar la guerra civil y derribar la cruz de Cuelgamuros. Entretanto, Bruselas exige y exigirá concreción, reformas y reglas claras, precisas y concretas y no simples generalidades, al tiempo que los movimientos parlamentarios sean tan firmes y seguros para confirmar que el chiringuito no se derrumbará a las primeras de cambio.

Aquí todo el mundo quiere salir en la foto, y sacar tajada, y cobrarse facturas y ponerse a la sombra del poderoso, habiendo convertido socialistas y comunistas al Consejo de Ministros (genérico) en una gran agencia de colocación de parejas, primos, primas, cuñados, cuñadas, amigos, amigas, etc., todos ellos de tanta capacidad intelectual como el gran líder que se adorna con un moño, al tiempo que moviliza a sus agitadores para asaltar el “cielo de Madrid”. Que de eso se trata, de dialogar, a su modo y manera, naturalmente.

Por cierto, un alivio, Omella ha hablado y ha dicho que los benedictinos del Valle tampoco se tocan. Veremos si la vicepresidenta está por el diálogo o por la piqueta o la dinamita.

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