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La advertencia de Rouco

Por Francesca Jaume
miércoles 02 de abril de 2014, 09:49h

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¿Hay algún vicio, algún mal aspecto de la naturaleza humana que no entre en las condiciones de la vida militar? ¿Por qué se valora tanto el grado militar? Porque es el poder supremo y alrededor del poder siempre hay aduladores”


No lo digo yo, es un fragmento de Guerra y paz de León Tolstoy.

El Cardenal obispo de Madrid Antonio María Rouco Varela ha vuelto a levantar una polvareda al decir que "los hechos y las actitudes que causaron la Guerra Civil" pueden repetirse. Más de uno se ha preguntado si el prelado estaba bajo los efectos de alguna sustancia psicotrópica al poner sobre la mesa una palabra a la que todos, imagino, le tenemos pánico.

Estamos acostumbrados a que individuos como Rouco sólo consigan notoriedad cuando demuestran que su reino no es de este mundo, sin embargo, y por esta vez, yo no desdeñaría lo que se ha atrevido a decir.

La situación de Crimea nos demuestra que, en pleno s.XXI, Europa no está tan inmunizada a los conflictos bélicos. No hemos visto que ningún estado haya renunciado últimamente a su ejército.

En el caso español, y viendo que el Gobierno no para de repetir que la consulta soberanista catalana no se realizará, yo me paro a pensar… ¿Cómo la evitarán? ¿Qué pasará si la Generalitat desoye cualquier pronunciamiento del poder ejecutivo, legislativo o judicial?

Pues sí, cuando todo eso falla se suele acudir a las fuerzas armadas, es decir, a lo que comúnmente se llama “sacar los tanques a la calle”. Y con los tanques en la calle, cualquier cosa puede pasar.

Los ánimos están caldeados. No sólo hay crisis económica, hay crisis de confianza en todas las instituciones, llámese Política, Justicia, Iglesia o Monarquía, y la filantropía sólo sale a relucir cuando algún valiente se descubre con una hazaña heroica, o sucede algún hecho calamitoso como un accidente de tren. El caldo de cultivo es demasiado peligroso. Y siempre hay quienes aprovechan la coyuntura ajena para hacer batalla propia.

Esperemos que se actúe con sensatez y no se mezcle el fuego con la gasolina. Por supuesto que la Guerra Civil es el último extremo, pero hay estadios intermedios que pueden darse (violencia callejera, saqueos, desobediencia civil…) y que dejarían nuestro bienestar a la mínima expresión.

 

Corolario: Sería interesante que repasáramos los libros de historia… todos.
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