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Los riesgos de un rebrote por el incumplimiento de las normas

sábado 16 de mayo de 2020, 00:00h

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Sólo un 14,9 por ciento de los encuestados esta semana por mallorcadiario.com afirma percibir que los ciudadanos cumplen religiosamente las normas a la hora de salir a la calle en esta fase de la desescalada. El reducido porcentaje coincide con la percepción general que se tiene sobre el asunto sin necesidad de recurrir a medios demoscópicos. Y es que -sobre todo en las últimas fechas- se advierte una notable relajación en el cumplimiento de muchas de las condiciones impuestas a la hora de salir a la calle. La aglomeración de personas -especialmente de grupos que no guardan las distancias de seguridad- es cada vez mayor, a la vez que el uso de mascarillas en lugares públicos ha ido reduciéndose.

La falsa seguridad que arrojan los datos clínicos de contención de la enfermedad, sumados a las comprensibles ansias de volver a llevar la vida anterior al confinamiento pueden derivar en una situación altamente peligrosa. Baleares fue de las primeras comunidades en entrar en la Fase 1 de la desescalada, con la avanzadilla protagonizada por Fomentera, que este viernes ya entró en la Fase 2. De mantenerse los parámetros clínicos exigidos por el Ministerio de Sanidad, toda la comunidad balear podría entrar en la segunda fase el 25 de mayo, lo que permitirá el acceso al interior de bares y restaurantes -no solo a las terrazas-, a centros comerciales o a cines y teatros, con aforos limitados y controlados. También podrán reunirse grupos de más de 10 personas.

Avanzar de fase significa un importante desahogo para los ciudadanos tras semanas de confinamiento y restricciones, pero para sortear el riesgo de un rebrote es imprescindible que se cumplan las normas. El incumplimiento sistemático que perciben el 85,1 por ciento de los encuestados se asienta sobre sensaciones reales, más allá de las imágenes puntuales difundidas en medios de comunicación.

De todas formas, no toda la carga de la prueba debe recaer en los ciudadanos. Es posible que el cúmulo de casuísticas, franjas horarias y condiciones impuestas sea tan variado y extenso que la mayoría de ciudadanos no sepamos con exactitud qué es lo que se puede y lo que no se puede hacer -excepto las situaciones de flagrante irresponsabilidad como fiestas, botellones o similares-. Indicaciones sencillas como, por ejemplo, el uso obligado de la mascarilla siempre fuera de casa ayudarían a clarificar las normas. Eso, y el sentido común de cada uno de nosotros más allá de las ganas de hacer la vida habitual; algo que tardará en llegar.