El incidente ocurrido en el Hospital Joan March (Bunyola) donde una anciana fue dada por muerta mientras aún seguía viva, ha sorprendido a la opinión pública, pues pone de manifiesto la necesidad de revisar y reforzar, en su caso, los protocolos sanitarios. Sin duda, se trata de un error lamentable que no debió suceder, pero es imprescindible analizarlo en su debido contexto.
El Hospital Joan March tiene una trayectoria de 80 años atendiendo a pacientes en situación crítica, muchos de ellos en la etapa final de su vida. Estos casos son delicados y complejos, ya que se trata de personas con patologías irreversibles y de pronóstico incierto, donde la atención se centra en proporcionar cuidados paliativos que alivien el sufrimiento. Precisamente por la naturaleza de estos procesos, determinar con exactitud el momento de la muerte resulta muy difícil, y un mínimo fallo en la cadena de comunicación o verificación puede desencadenar situaciones como la ocurrida.
Es evidente que se deben mejorar los protocolos de actuación para garantizar que un suceso tan grave no se repita.
Es evidente que se deben mejorar los protocolos de actuación para garantizar que un suceso tan grave no se repita. Las autoridades sanitarias del centro han asumido el error y se han comprometido a implementar los cambios necesarios, en un gesto de responsabilidad ante un hecho insólito y excepcional.
No obstante, es importante reclamar que este error no puede empañar la dedicación y profesionalidad de todos los trabajadores del Hospital Joan March. Los sanitarios de este centro son expertos en el cuidado de enfermos terminales y, además, muestran una sensibilidad especial hacia los pacientes y sus familias en momentos de extrema vulnerabilidad. A diario, llevan a cabo una labor difícil y emocionalmente exigente, con un compromiso digno de reconocimiento.
El reto ahora es aprender de lo sucedido y reforzar los procedimientos para evitar futuros errores. El incidente debe servir como lección para que la atención sanitaria continúe mejorando, garantizando siempre la dignidad y el respeto de los pacientes en sus últimos días. Los profesionales del Joan March son, sin duda, los primeros interesados.