Próximamente, la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) tomará una decisión clave que definirá el futuro del Puerto de Palma en los próximos 50 años, su infraestructura más importante en las Islas Baleares. Agradecemos a la APB por permitirnos formar parte de este ambicioso proyecto, que sin duda transformará el perfil de la ciudad y marcará un antes y un después en la relación entre el puerto y sus ciudadanos. Sin embargo, no podemos perder de vista las necesidades esenciales de la ciudad, especialmente en cuanto a infraestructuras.
El puerto tiene un potencial enorme para integrarse completamente en la vida urbana de Palma. Su rediseño podría eliminar las barreras que durante años han separado a los ciudadanos de su costa, y crear un espacio de mayor accesibilidad, con zonas públicas atractivas y una conexión natural entre la ciudad y el mar. Pero, con esta oportunidad también llegan grandes responsabilidades. No podemos cometer el error de ignorar problemas importantes, como la falta de aparcamientos, que afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos, comerciantes y visitantes.
El reciente caso de la reforma del Paseo Marítimo es un ejemplo claro de lo que no debe repetirse. La eliminación de unas 1.000 plazas de aparcamiento ha generado malestar entre residentes, comerciantes y visitantes. En su momento, esta medida se justificó con la intención de crear un espacio más amigable para peatones y ciclistas, lo cual es positivo, pero al no ofrecer alternativas para aparcar, el problema quedó sin solución.
Es fundamental que la reforma del Puerto de Palma no se realice a costa de las necesidades básicas de los ciudadanos y comerciantes. Un proyecto que solo priorice lo estético, sin resolver cuestiones como el aparcamiento, corre el riesgo de repetir los errores del pasado. No se trata de oponerse al progreso, sino de encontrar soluciones integrales que beneficien a todos.
La APB tiene la oportunidad de hacer historia, pero no puede permitirse otro tropiezo. El proyecto debe incluir zonas de aparcamiento, tanto públicas como privadas, para que los ciudadanos y residentes tengan opciones de estacionamiento en áreas clave. Además, hay que pensar en todas las personas que vendrán a usar las nuevas infraestructuras que se crearán, incluidos aquellos que llegan desde municipios cercanos como Andratx y Calvià. Estos visitantes no tienen acceso directo al aparcamiento del Parque del Mar, a menos que den un gran rodeo
Si realmente queremos conectar el puerto con la ciudad, es indispensable que existan también infraestructuras adecuadas. Además del aparcamiento, se necesitan soluciones de transporte público, trasporte discrecional y otras opciones de movilidad que faciliten el acceso al puerto y sus alrededores.
En resumen, la reforma del Puerto de Palma es una oportunidad histórica, pero no debe convertirse en motivo de conflicto entre las aspiraciones de modernización y las necesidades reales de los ciudadanos. Aplaudimos la visión de unir el puerto con la ciudad, pero insistimos en que Palma necesita soluciones prácticas. La reforma del Paseo Marítimo nos enseñó una valiosa lección: los proyectos urbanos deben ser completos, bien pensados y prácticos. Es hora de aplicar ese aprendizaje y garantizar que el Puerto de Palma sea un ejemplo de desarrollo equilibrado y beneficioso para todos.