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Recordando a Manuel Alexandre

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 22 de abril de 2023, 05:44h

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Hace unos días, hablando en la redacción del periódico con mis compañeros, surgió no recuerdo bien por qué el nombre del gran Manuel Alexandre, uno de los mejores actores españoles de su generación y de todos los tiempos.

Recuerdo que cuando falleció, en octubre de 2010, Antonio Astorga escribió en ABC un artículo precioso sobre él, en el que en algún momento llegaba a decir: «Le hacíamos inmortal». En aquel momento, tenía 92 años de edad.

Le queríamos tanto desde hacía tanto tiempo, que yo creo que en el fondo confiábamos en que con un poco de suerte podría llegar a ser una persona largamente centenaria.

De ese modo, habría continuado siendo ese abuelo afable y cariñoso que era ya desde hacía mucho tiempo para muchos de nosotros; un abuelo en el que era posible encontrar buena parte de los rasgos que caracterizaron muchos de sus papeles en el cine y en la televisión.

Así, en Manuel Alexandre veíamos o podíamos ver casi siempre a una persona irónica, inteligente, tierna y enamoradiza, y al mismo tiempo también desvalida a veces, dubitativa otras, insegura en ocasiones, e incluso un poco pilla o atrevida en algún momento.

A menudo, le veíamos también como un ser esencialmente cauto y escéptico, lo cual no es en absoluto un mal modo de intentar afrontar con la máxima dignidad posible una vida entera, tanto a nivel personal como profesional, sobre todo si esa vida se ha desarrollado durante la práctica totalidad del convulso y trágico siglo XX español.

Todo ello iba acompañado, en su caso, de una presencia, una voz y una manera de hablar que podemos considerar como inconfundibles.

Manuel Alexandre fue lo que en nuestro país se suele denominar normalmente como actor secundario, al igual que otros grandes como José Orjas, Cassen, Julia Caba Alba, José Isbert, Manolo Morán, Rafaela Aparicio, Antonio Garisa, Gracita Morales o Agustín González, todos ellos tristemente también ya desaparecidos.

Pero en esa calificación de «actores secundarios» no había, por supuesto, ningún demérito hacia su valía o su saber interpretativo, extraordinarios en todos los casos citados y en otros, sino sólo una manera de señalar que rara vez llevaron a cabo papeles protagonistas en la mayor parte de obras en las que intervinieron.

Dos de mis películas españolas favoritas, Plácido y Atraco a las tres, lo son no sólo porque considero que son verdaderas obras maestras en su escritura y en su dirección, sino también porque en ellas aparecían algunos de los actores y de las actrices ya citados, junto a otro grande de aquella irrepetible generación, José Luis López Vázquez.

En el fondo, yo creo que Antonio Astorga tenía razón en aquel artículo que he citado casi al principio de esta columna con respecto a la casi milagrosa longevidad de Manuel Alexandre, pues este admirado, querido y respetado actor vive y vivirá ya para siempre en nuestro corazón. Mauel Alexandre ya es y será siempre, como todos los grandes artistas, verdaderamente inmortal.

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