Las cifras de la pandemia han registrado en Baleares un preocupante repunte en los últimos días. Los datos de hospitalización no son alarmantes porque la mayoría de nuevos positivos detectados son pacientes asintomáticos, concretamente un 70 por ciento de los contagiados según datos de la Conselleria de Salut.
La frase "hemos vencido al virus" -Sánchez dixit, al término del estado de alarma- no puede, de ninguna forma, tomarse al pie de la letra. Las cifras demuestran que la enfermedad está muy presente y, aunque muchos de los nuevos contagiados no presenten síntomas, la capacidad de propagación es elevada. Por ello, las autoridades de la Comunidad, encabezadas por la presidenta Armengol, han hecho un llamamiento a no bajar la guardia y redoblar los esfuerzos en la prevención que realiza cada uno de los ciudadanos atendiendo a las medidas tan insistentemente repetidas: uso de mascarillas, lavado de manos y distancia de seguridad.
En los dos últimos días se han detectado 212 nuevos positivos en Baleares, lo que confirma un repunte inesperado de la enfermedad en las Islas; si bien es cierto que la labor de los equipos de rastreo del Servei de Salut y los test han jugado un papel determinante a la hora de identificar contactos y, por consiguiente, aumentar el número de casos conocidos, asintomáticos o no. De otra manera, muchos de estos casos pasarían desapercibidos incrementando con ello el riesgo para la población y los visitantes.
El último fallecido en Baleares a causa del coronavirus se produjo el 20 de julio, elevando hasta los 230 el total de muertos en la comunidad, frenando la cifra de decesos desde hace dos semanas y manteniendo a salvo la capacidad del sistema sanitario. Por otro lado, la penetración del virus en Baleares alcanza a poco más de un uno por ciento de la población, según los últimos estudios serológicos. La sensación general, por tanto, es de bajo riesgo y anima a relajar las medidas de prevención, especialmente por lo que respecta a las reuniones de grupos y las aglomeraciones vinculadas al ocio ilegal. Pero las estadísticas no dan pie al optimismo y, en todo caso, obligan a redoblar las medidas de control, empezando por las individuales de cada ciudadano.