RCD Mallorca
domingo 02 de abril de 2017, 01:00h
Siempre me he sentido atraída por las causas difíciles, por eso soy abogado, y desde este punto de partida llama mi atención últimamente la situación actual del RCD MALLORCA.
A mi me perdonaran, porque no hay nada peor (siempre lo repito), que la ignorancia atrevida, y en este caso es atrevimiento porque confieso que no se nada de fútbol y que me separan años luz de los hinchas del Mallorca que, desde años atrás sufren y disfrutan con su equipo, pero aún así he decir que yo, como mallorquina, primero soy del Mallorca y después de cualquier otro equipo que no es menester nombrar.
Aquí, en las Islas, tendemos primero a ser del Barça o del Madrid, o del Atlético y después del Mallorca o del Baleares. Tener un buen equipo, un buen jugador de tenis, un buen deportista en definitiva, en cualquier variante deportiva, es hacer País. Más que una bandera o un himno, lo que define a un pueblo o una cultura son sus hechos. sus victorias y sus hazañas como escribirían los historiadores.
Pues bien, no estaría de mas que nuestra hazaña ahora se centrara en evitar que el RCD Mallorca descienda de categoría. Y con este fin (animar al equipo), el pasado fin de semana, tomé la decisión de ir al campo de futbol para ver, en directo, como se medía el Mallorca con el Levante y para saber algo más de lo que leo en los medios.
Acudí al campo dispuesta a examinar con mirada inocente (sumada a la mirada ignorante a la que ya me he referido), todo lo que ocurría. En primer lugar me llamo la atención el silencio sepulcral de los mallorquinistas hasta que el Mallorca marcó su primer y único gol, el del empate. Hacían más ruido los 12 ó 14 hinchas del Levante que estaban en el campo, que toda la afición mallorquina junta. Es increíble lo silenciosos que somos para ciertos menesteres. En cambio, cuando el Mallorca marcó todo el Estadio vibró como si hubieran resucitado de repente cinco mil muertos dispersos aquí y allá.
Hay afición sin duda, los aficionados tienen ganas de vibrar con su equipo, lo que pasa es que hay pocos motivos para hacerlo.
Con ese lenguaje, extraño para mi, de un estadio de fútbol, tampoco entendí porque después de cada jugada de peligro frustrada contra la portería del Levante, en vez de aplausos y gritos de ánimo, oía insultos y pitadas de la afición contra los jugadores del Mallorca. Sinceramente, así no hay quien se anime a arrimar el hombro en un equipo. Salvando las distancias, cuando el Barça crea una situación de peligro, aunque no meta gol, las gradas vibran.
No quiero decir con ello que no entienda el enfado de los mallorquinistas. Yo misma comencé aplaudiendo cualquier jugada de peligro y sin embargo, acabe gritando “! A este no se la des !” cada vez que se cedía el balón a alguno de los jugadores que tiene el equipo y que, me da la impresión, no debería tener.
Aún así disfrute de una partido en el que el Mallorca podría haber ganado si hubiera tenido una pizca más de seguridad. Parte de esa seguridad se la da a un equipo, su afición, y sé que los aficionados del Mallorca, que me reñirán por éste artículo, me pueden dar lecciones de fidelidad y paciencia con su equipo. Ello no obstante yo, como recién llegada a esa afición voy a animarles en cada partido como si fueran unos “cracks", a ver si de tanto decirlo llegan a serlo de verdad.
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Últimos comentarios de los lectores (1)
177232 | dubio - 02/04/2017 @ 22:05:22 (GMT+1)
Es increíble que una señora que lo primero que te larga es que es abogado, pueda escribir una cosa tan amarilla como la que está más arriba.
Es del Mallorca, porqué es mallorquina. Como si siendo mallorquines, no se pueda ser de otra cosa. Hay mallorquines que no son del Mallorca y peninsulares, por ejemplo, que si lo son.
¡Qué cosas!