www.mallorcadiario.com

¡Quo vadis Trump!

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 15 de enero de 2021, 02:00h

Escucha la noticia

¡Quien no quiere razonar es un fanático; quien no sabe razonar es un tonto y quien no se atreve razonar es un esclavo!

El trastorno de personalidad narcisista (uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) que se define como un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración constante, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás, aunque detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve, le viene como anillo al dedo al lunático payaso de Donald Trump.

Trump como narcisista patológico se cree superior a los demás, fantasea con el éxito y el poder ilimitados, requiere admiración constante, excesiva y permanente, abusa de su pretendida, supuesta o real posición de dominio, carece de empatía, es envidioso y se cree envidiado, mostrándose arrogante y suficiente en sus comportamientos, un caso típico de paranoia megalómana.

El comportamiento de Trump, producto de su paranoia agravada por el llamado “sindrome de hydris”, durante todo su mandato como presidente ha sido del todo excepcional y inédito en la historia americana por descabellado y descerebrado.

Seguirá delirando en su supuesta grandeza, no retrocederá ni un milímetro en su denuncia sobre el resultado electoral, por lo que defenderá que Biden es un presidente ilegítimo, y muchos de sus seguidores más fanáticos estarán dispuestos a tomar las calles y las armas en su defensa, a escribir cualquier sandez en su defensa y descargo y listos para lamerle el brillo de sus botas.

A la payasada del “miércoles” le seguirán otras, que siempre serán las penúltimas.

No subestimemos la capacidad destructora de esas “payasadas” ni la idiocia de sus seguidores.

Para algún incauto la fotografía del garrulo que asaltó el Capitolio, genuino representante de las filas supremacistas blancas trumpistas, con el torso desnudo tatuado, unos cuernos en un gorro de bisonte, una lanza con la bandera colgando y la cara pintada, les puede parecer una atracción turística, una anécdota, cuando es el síntoma de un peligro mucho mayor, el que puede desencadenar un desequilibrado mental influyente y sin ningún escrúpulo.

Se ha comportado como lo que es, un mafioso timador miserable y sin ningún sentido del honor, un frikie y un cobarde, con millones de frikies, paletos con retraso mental que le apoyan en todo el mundo, dispuestos a creer todo lo que dice.

En EE.UU. y en el resto del mundo, ultraconservadores, supremacistas de medio pelo, neofascistas, racistas, oscurantistas, ultramontanos, ultraderechistas de salón, catetos de manual aunque tengan algún título universitario, son los únicos capaces de acompañar al indeseable de Trump en su huida hacia adelante, sin ningún tipo de prueba, y que constituyen, según medios de prensa estadounidenses “la mafia de Trump”.

Para ellos:

Es falso que The New York Times contactara con las autoridades electorales de los 50 estados de EE.UU. y en todos, las autoridades tanto republicanas como demócratas, negaran previa comprobación, que hubiera indicios de fraude más allá de errores humanos o administrativos detectados por el propio sistema.

Es falso que muchos jueces no hayan escatimado reproches a los abogados de Trump por basar sus falsas acusaciones en rumores o incidentes “de oídas”, sin prueba de que se tratara de casos de fraude organizado y hasta un juez haya sentenciado que los incidentes relatados por los abogados de Trump eran fruto del desconocimiento sobre el funcionamiento del proceso.

Es falso que al más puro estilo de las películas del Far West americano del siglo XVIII el republicano Dan Patrick, vicegobernador de Texas, llegara a ofrecer una recompensa de un millón de dólares a quien aportara pistas del fraude que Donald Trump sigue asegurando que hubo en las elecciones del 3 de noviembre.

Han dejado de pensar, y tienen tan poco respeto por sí mismos que están listos para lamer el brillo de las botas de Donald Trump.

Derrotado en las urnas, derrotado en los tribunales, derrotado en la opinión publica, para saciar su innoble necesidad de atención y admiración solo le quedan una serie de millones de frikies con retraso que le apoyan, que creen todo lo que se inventa. ¿Capisci?

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios