¿Estás seguro que tus ahorros e inversiones responden a tus necesidades y se adaptan a lo que quieres?
Antes de escoger en qué productos depositamos nuestros ahorros es conveniente valorar cuatro factores clave que van ligados: liquidez, rentabilidad, riesgo y temporalidad.
Viene a ser como un juego o Quiz. De su correcta resolución estaremos más cómodos y podremos dormir mejor con nuestra inversión.
Un activo es más líquido cuanto más rápido puedo convertirlo en dinero sin pérdida significativa de su valor. Debemos valorar qué cantidad de nuestras inversiones deben ser líquidas para afrontar el día a día y los imprevistos que puedan surgir. Las cuentas corrientes suelen tener una liquidez inmediata a cambio de una rentabilidad menor que otros activos.
La rentabilidad es la revalorización o beneficio adicional respecto al valor inicial. El dinero por efecto de la inflación pierde valor, es decir, al cabo de cierto tiempo con la misma cantidad se puede adquirir menos bienes y servicios. Debemos procurar que se revalorice como mínimo el valor de la inflación para no perder poder adquisitivo. Hay que valorar con sentido crítico todos aquellos productos que garantizan una rentabilidad muy elevada porque seguramente asumen riesgos excesivos o son pura especulación.
El riesgo es la probabilidad de que por circunstancias adversas un activo pierda valor o incluso valga cero. Situaciones de riesgo ocurren continuamente y mientras algunas son difíciles de predecir, muchas pueden detectarse.
Pueden ser debidas por fraudes, recordar en España el tema de las preferentes, productos que se comercializaban como líquidos y garantizados sin serlo, la OPV de Bankia, por valorar el banco muy por encima de su valor, Pescanova por presentar la empresa cuentas que no se ajustaban a la realidad o Afinsa y Fórum Filatélico por ser un negocio piramidal y sin regular. También por cambios regulatorios, variación de los tipos de interés, fluctuación de la divisas, catástrofes naturales y otros muchos.
Temporalidad es el objetivo medido en lapso de tiempo. No tiene por que ser el mismo para toda la masa invertida y va ligado a los objetivos. No es lo mismo pensar en la jubilación, que en comprar un coche, una casa o dejar una herencia. No tiene sentido ir renovando depósitos a uno o dos años si los objetivos son a medio o largo plazo. Normalmente cuanto más largo sea nuestro horizonte temporal más rentabilidad podemos obtener y minimizar los riesgos.
Una vez definidos estos cuatro factores podremos pasar a seleccionar qué activos se adaptan a nuestro perfil, de otra manera es como jugárselo a los dados.