El domingo vamos a ir todos a votar (excepto los que no voten o los que hayan votado por correo). Conscientes de una cuasi obligación democrática, aunque sea para justificarnos a nosotros mismos, que si ha ganado el que no nos gustaba, no ha sido por nuestro voto no depositado en la urna.
Pero tenemos pocas ganas de votar la verdad. Nos sentimos casi cómplices, en una comedia del absurdo, de los autores por acción, o por cooperación necesaria, de tantos dislates y estupideces, que saldremos de los colegios electorales después de depositar nuestro voto, con la cabeza gacha y las orejas replegadas a modo de disculpa con el mundo entero.
No queda otra que ir a votar, pensaremos la mayoría. A ver que van a hacer estos con nuestro voto. Con quien van a pactar y a cambio de que. Hasta cuando nos van a seguir tomando por tontos.
No me atrevo a hacer una quiniela de lo que pasará el domingo y días después. Lo que si se es que esto no es Andalucía, y que los partidos no tardarán más de dos semanas en formar gobierno, porque aquí lo que interesa es ocupar rápido el cargo e irnos de vacaciones para celebrar San Juan en Menorca, o sea, que para esas fechas, todo estará arreglado o hecho un desastre, según se mire.
No es productivo para un País el gobierno de pactos con Partidos que sólo saben de política destructiva. Que no saben lo que es cooperación, coordinación, o primar los intereses públicos a sus intereses de Partido.
En este País no tenemos mayoría de edad en ese sentido todavía, por eso me aterra el panorama después del próximo domingo, porque no estamos preparados para que de una revolución, salga un proyecto de gestión real, tangible y conveniente para todos.
