El banco le iba a embargar su casa y su coche y él prefirió acabar con ellos.
El protagonista de esta historia es un griego de 50 años. Hasta arriba de deudas y desesperado, ha prendido fuego a su casa y lanzado su coche por un acantilado.
Cuando llegaron los bomberos, lo encontraron sentado y observando las llamas con un cigarrillo en la boca. Algunos testigos afirman que el hombre, que ha sido entregado a la justicia, les dijo a los bomberos: "Esos hijos de perra no se van a llevar nada mío".