Reveladora visión de los jóvenes la que muestra el diario El País tras preguntar a adolescentes entre 16 y 19 años “¿a qué personaje público te gustaría parecerte de mayor?” Más que el nombre del personaje citado, lo interesante es ver los valores que éste transmite y en los que nuestros jóvenes se ven reflejados. Son anhelos de futuro en base a lo que los adultos les hemos inculcado.
Aún no hemos acabado de entender la generación Millennial y ya afrontamos la generación post-Millennial, también llamada generación Z.
En general, sobre sus preferencias podemos destacar que su escala de valores no está tan desviada del buen camino. Tan mal no lo hemos hecho. Al menos en este aspecto. Así pues, podemos ver que tanto ellas como ellos se ven reflejados en personas que, partiendo de orígenes humildes han triunfado a base de esfuerzo.
Entre las cinco primeras preferencias de chicos y chicas hay 3 coincidencias: Amancio Ortega, Steve Jobs y la figura del padre. A estos nombres se les une Elon Musk por parte de los chicos o Marie Curie por parte de ellas. Estos personajes representan valores como triunfar partiendo de orígenes humildes, riqueza, innovación, emprendimiento, ganas de hacer un mundo mejor.
Entre los 25 preferidos para ellos y ellas, aparecen coincidencias. Además de las mencionadas, citan a Rafa Nadal, Bill Gates, Barack Obama, Stephen Hawking y Albert Einstein. Todos ellos encarnan los valores anteriormente mencionados. La figura de Rafa Nadal y sus épicas remontadas van inexorablemente unidas a los valores de esfuerzo y tesón.
Estos anhelos juveniles de hacer un mundo mejor y de triunfar innovando (y emprendiendo), los pongo en relación a otro hecho constatable entre quienes ya han triunfado y son el reflejo de nuestros jóvenes: La sociedad actual, con todas sus imperfecciones, premia el esfuerzo. A principios del siglo XIX y anteriores, los hombres más ricos lo eran por su linaje o título nobiliario que pasaba de padres a hijos. Era imposible que el resto de la población (no existía la clase media) ascendiera de clase. No se premiaba su esfuerzo, solo la suerte de haber nacido en alta alcurnia o estirpe. En la sociedad actual (y los futbolistas son un claro ejemplo) cualquier joven, tiene oportunidades de llegar a ser quien pretende ser. El origen humilde no es un impedimento.
Como tampoco lo es su procedencia. En la actualidad, 6 de los 10 hombres más ricos del mundo son hijos o nietos de inmigrantes. El fundador de Amazon, Jeff Bezos es hijo adoptivo de un cubano cuyo padre era vallisoletano. Mark Zuckerberg, es bisnieto de alemanes. Carlos Slim, magnate mexicano del petróleo, proviene de emigrantes libaneses.
Pero el camino no es fácil. Un 95% de los proyectos empresariales fracasan antes de los 5 años. Recomiendo la lectura de El libro negro del emprendedor de Fernando Trías de Bes que analiza los motivos del fracaso de los emprendedores y muestra que emprender no es tan bonito como enseñan en las escuelas de negocio. Nadie dijo que fuera fácil.
Pero para consuelo de los jóvenes que quieren ser Amancio Ortega, Bill Gates o Steve Jobs, también hay que decir que quienes han triunfado han tenido fracasos en su camino. Por poner algunos ejemplos de los personajes admirados por los jóvenes: Antes de triunfar con la publicación de Harry Potter, J.K. Rowling estaba en paro y pasó por serias dificultades económicas. Steve Jobs fracasó con el lanzamiento de varios productos y lo echaron de la compañía que él mismo fundó. Stephen King, autor de best-sellers de terror más famoso, se cansó de las negativas de las editoriales y estaba dispuesto a abandonar. Fue su mujer, quien recogió Carrie de la papelera y le lanzó a la fama.
Aprender de los errores, el esfuerzo y la perseverancia son la clave para triunfar. Ya lo dijo Eisntein, quien también tuvo una escolarización difícil al no reconocérsele su dislexia y viéndose obligado a abandonar la escuela a los 15 años: El genio se hace con un 1% de talento y un 99% de trabajo.
¿Estarán nuestros jóvenes preparados para asumir tal esfuerzo hasta llegar a ser como sus admirados personajes? No parece que les hayamos inculcado la cultura del esfuerzo. Más bien, todo lo contrario. Ahí sí hemos fallado.