El despido de toda la plantilla de la sala de espectáculos Son Amar y la solicitud de disolución reclamada por la aerolínea de Thomas Cook en Baleares han constituido, en menos de 48 horas, dos ejemplos notorios de las consecuencias que la actual crisis está teniendo en esta comunidad. Son casos relevantes que afectan a muchos trabajadores; casos producidos por la falta de turistas y que entraban plenamente dentro las actividades que no tienen sentido si falla el motor económico que sustenta a Baleares.
Ambos casos acumulaban muchas carencias desde el inicio de la crisis; especialmente Thomas Cook, que ya antes del estallido de la pandemia y las consiguientes restricciones mundiales a la movilidad, había declarado su quiebra, manteniendo la esperanza de una reactivación en actividades como la aerolínea, que ahora ya se da definitivamente por abandonada.
Son Amar y Thomas Cook han saltado a los titulares este fin de semana por la extinción de los contratos laborales de sus trabajadores. Una situación, sin embargo, que está empezando a ser habitual en muchos otros segmentos de la actividad económica que no encuentran un lugar entre los titulares de prensa, generalmente por tratarse negocios de mucha menor envergadura, cuya desaparición afecta a unos pocos trabajadores en cada caso.
El sector del comercio, por ejemplo, calcula que sólo en Mallorca ya han cerrado un centenar de tiendas desde el inicio de la pandemia. Son pequeños comercios que no han podido hacer frente a los gastos fijos ocasionados por los alquileres, los impuestos, las tasas y, cuando no se trata de autónomos, las nóminas de los trabajadores. Pequeños comercios que ya no levantarán la barrera, vencidos por los costes, las restricciones y la falta de clientela. Una situación que se podría extrapolar de forma casi indéntica al sector de la restauración.
Según avanzan los meses, una oleada masiva de cierres parece más inevitable de lo que la punta del iceberg, representada este fin de semana por Son Amar y Thomas Cook Aviation Balearics, deja entrever. El cansancio, la poca efectividad de los créditos ICO, la indefinición, la insuficiencia y los retrasos en las ayudas son un mal cóctel para la continuidad de muchos negocios. La administración debería ser consciente y arrimar el hombro con mayor celeridad y decisión.