Punta Ballena y Son Banya
miércoles 09 de julio de 2014, 18:28h
Mallorca lleva décadas sin poder erradicar ni las prácticas de Punta Ballena ni las de Son Banya. Son dos submundos diferentes que nada tienen que ver entre sí. Nada, excepto el dinero. Punta Ballena y Son Banya son dos máquinas de generación de billetes a mansalva. De ahí que no haya poder político capaz de quitarlo de en medio.
En los años ochenta, cuando el alcalde de Palma era Ramón Aguiló y el de Calviá Paco Obrador, ambos socialistas y en tiempos del todopoderoso rodillo, ya hubo movimientos en Cort para meter mano de verdad en Son Banya y en Calvià para arreglar las prácticas de Punta Ballena, sobre todo por las quejas de los grandes hoteleros de la zona. No hubo manera. Y todo siguió igual cuando el PP tomó el poder. El dinero no tiene ideologías, pero puede arruinar fácilmente a los que pretenden vivir de sus ideas olvidándose del omnímodo poder del vil metal.
Es ley de vida. Donde hay dinero hay poder. Y el poder acaba traduciéndose en votos. Ya se ha preocupado Cort en otros tiempos para facilitar que los habitantes de Son Banya fuesen a votar a Son Ferriol. Jamás se han atrevido a colocar la urna allí dentro dejando que sus moradores conformasen el colegio electoral porque habría sido un escándalo público, pero poco ha faltado.
Los habitantes del poblado de etnia gitana, que viven algunos de ellos fuera de la ley los 365 días del año, son paradójicamente gente cumplidora a la hora de depositar la papeleta electoral.
También en Punta Ballena hay poderío. Se dice que el entorno de parte de los propietarios maneja unos 500 votos. Es mucho en un término donde en no pocas ocasiones el resultado en Calvià ha sido muy ajustado.
Ahora vivimos rasgaduras de vestiduras, peticiones de echar a los mamading-promotions y se clama por realizar esfuerzos para recuperar la imagen de Mallorca. A ello hay que añadir los grandes esfuerzos que realizan algunos empresarios hoteleros punteros y serios para incrementar la calidad de la oferta al máximo posible y dotar a la zona de auténtica categoría.
Pero, por desgracia, el pasado nos enseña que el cáncer Punta Ballena se reproducirá tarde o temprano, igual que el cáncer Son Banya. Así ha sido por espacio de generaciones. La capacidad de generar tanto dinero a partir de despachar alcohol en cantidades industriales es capaz de producir efectos milagrosos. Punta Ballena y Son Banya siempre se levantan de sus aparentes cenizas, siempre resucitan.