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Puertas giratorias

sábado 24 de julio de 2021, 11:19h

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Juan Carlos Campo tiene el dudoso honor de haber auspiciado, apadrinado y tramitado los indultos a políticos independentistas, condenados por sedición, en contra de la opinión de la Fiscalía y del Tribunal Supremo, por razones políticas.

Una decisión radical del gobierno socialcomunista, a la que las consultas demoscópicas mostraron una amplia oposición, tanto en el fondo como en la discriminación para con el resto de los ciudadanos con condenas firmes.

Apeado del Gobierno por Sánchez, en su remodelación cosmética, ha solicitado volver a su plaza de la Audiencia Nacional que nunca ha ocupado.

Estos hechos coinciden con la época de mayores y continuadas críticas desde los ámbitos gubernamentales a las decisiones de la justicia. Con una ofensiva de una intensidad no conocida sobre la acusación de politización de la Justicia. Con reproches continuos al Tribunal Supremo, al Tribunal Constitucional y al Tribunal de Cuentas por sus sentencias. Con críticas directas y de alto contenido discrecional y orientación personal de miembros de clara extirpe socialista, hacia sus compañeros de Tribunal, por apoyar y argumentar tesis distintas a las suyas, a la postre mayoritarias.

La trayectoria política y profesional del Ministro de Justicia, recientemente cesado, se confunden. Ya en el siglo pasado fue director general de la Junta de Andalucía por el PSOE. Esta situación le permitió ocupar una silla en el Consejo General del Poder Judicial hasta 2008, justo antes de acceder a una Secretaría de Estado en el segundo gobierno de José Luis Rodríguez, conocido como Zapatero. Tuvo tiempo, al caer el gobierno socialista de volver de nuevo al cobijo de la Junta de Andalucía.

Y por último, durante las tres legislaturas previas a su nombramiento como Ministro de Justicia, la XI, XII y XII, ha sido Diputado por Cádiz en el Congreso de los Diputados, por el PSOE.

Con este pedigrí, uno visualiza la amplia utilización de las promociones profesionales derivadas de sus posiciones político-partidistas. Con esta experiencia, afloran altas habilidades para ocupar la administración desde los ámbitos no profesionales. Con esta actitud, en contra de lo que predican, se han quitado la máscara del doble mensaje.

Aceptar las sentencias sólo si son favorables no es ético. En este caso, la izquierda está mostrando una alta capacidad de hacer lo que critican sin abochornarse y su clara apuesta por acciones de poca calidad democrática, que bien versionadas, intentan pasar como normales.

Ahora ha llegado el tradicional tiempo de las puertas giratorias. La inicia Juan Carlos Campo intentando acceder a un órgano jurisdiccional donde se abordan casos de corrupción que afectan a partidos y que va a decidir sobre penas de prisión de los ciudadanos es una clara y diáfana muestra.

La radicalidad de comunistas e independentistas se ha adueñado de la brújula del gobierno, de su rumbo y no aparenta ser una buena orientación para el futuro de España. Buen finde
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