La revista “Time” de la semana pasada trae una semblanza con foto de las 100 personas más influyentes del mundo. La selección es bochornosamente chovinista : 53 de los 100 son estadounidenses o viven en EEUU. Hay sólo un español, no es Pedro Sánchez, ni la chulísima Yolanda Díaz, ni el Rey Felipe. Se trata de Nadal.
El tenista balear merece muy holgadamente la mención aunque algún dirigente deportivo catalán (Alfonso Godall) se mese los cabellos porque Nadal “le angustia, como Alonso y como todo lo que huela al estado opresor”. (Una declaración ruin donde las haya).
La ausencia, sin embargo de nuestros políticos, grandes empresarios, artistas… viene siendo una constante últimamente. España en cambio, sin embargo, es citada como el farolillo rojo en varios índices sociales y económicos. Si examinamos nuestra posición en la Unión Europea o en la Otan dan casi ganas de llorar por la contumacia negativa, estamos en la cola de muchas de esas estadísticas. Lo que es sorprendente.
España acaba de conseguir tener menos de tres millones de parados, lo cual es una buena noticia aunque alguno encuentre el método de cálculo cuestionable. Pero se oculta que dentro de la Unión Europea, a pesar del avance, estamos con Grecia en los dos puestos últimos de empleo. Uno no acaba de entender por qué estamos sistemáticamente detrás de Bulgaria, Portugal, Rumania o Estonia. En paro juvenil nos salimos del cuadro. Diga lo que diga Doña Yolanda, somos los campeones.
En otros índices también nuestra colocación es penosa. Afloramos en los últimos puestos de deuda (que aumenta suicidamente), de abandono escolar, de economía sumergida (que significa defraudar a Hacienda), de déficit, de aumento del coste de la vida, se nos pronostica que seremos los últimos en salir de la crisis…. Es difícil explicar por qué estamos tan rezagados en tantos sitios.
Ahora, nos sacan los colores también en gastos en defensa. Nuestro gobierno ha alardeado recientemente de dos logros, va a ayudar significativamente a Ucrania y aumentar de forma clara su inversión en defensa. Fuera no se lo creen, piensan sencillamente que Sánchez está faroleando o mintiendo como me comentó el otro día un amigo extranjero. De los 36 países que aportan algo a Ucrania aparecemos el sexto por la cola. El embajador ucraniano, los diplomáticos de ese país agobiados por la ferocidad rusa y la propia subsistencia no tienen pelos en al lengua, ha dado a entender que lo nuestro es calderilla. Parece que hasta los camiones que fueron a Ucrania con armamento y munición y que parecía que eran parte de la ayuda han regresado a España una vez descargados.
Nuestro presidente ha presumido asimismo de que iba a aumentar sensiblemente los gastos en defensa. Nos hemos comprometido a llegar al 2% de nuestro PNB, estamos en un ridículo 1, y Sánchez da a entender que alcanzaremos el 1´2. El aumento, para otros países, es ridículo, aunque cristalice, lo que no todo el mundo cree.
Veamos lo que ha ocurrido en Alemania, un país que dedicaba un 1´5% a defensa. Su parlamento, al ver los colmillos de Putin, ha aprobado un fondo de 100 millones de euros para la modernización de las Fuerzas armadas. Repito, CIEN millones de euros. La votación ha sido 567 votos a favor y 96 en contra. Hablamos de un país no gobernado por fascistas de la ultraderecha sino por los correligionarios de Sánchez y por los verdes. Deben incluso reformar la constitución para dar ese paso. Lo van a hacer. Como ha manifestado su ministra de Defensa C. Lambretch “ la seguridad tiene un precio y Alemania debe ser capaz de defender sus valores militarmente”.
El gobierno de Scholz que venía remoloneando a la hora de alcanzar el 2% del PNB en defensa ha asegurado también que lo rebasará.
Cotejar la actitud de los dos gobiernos dominados por los socialistas trae recuerdos de hace cuatro décadas. Felipe González pronto captó que no podía porfiar para entrar en el Mercado Común y seguir con el slogan de “Otan, de entrada no”. Los alemanes, soy testigo, no lo entendían. Entonces, en la defensa frente a un potencial enemigo, la Unión Soviética, también había que ser solidarios. Ahora, la amenaza viene del mismo sitio: de un Putin imperialista y despiadado que ha repetido que una de las mayores catástrofes del siglo XX fue la desaparición de la URSS. Ahí se ve por donde respira.
La Ministra de Exteriores de Alemania, la verde Annalena Baerbock , a la que nuestros podemitas no pueden dar lecciones de sensibilidad social, ha declarado: “vivimos momentos en que Alemania dice que estamos ahí cuando Europa nos necesita, y Europa nos necesita ahora”. Un parte de nuestro gobierno cree que España debe escabullirse, que no nos necesitan. No es cierto y nuestros aliados ven quien esquiva sus obligaciones y quien cumple. Muchos no gustan de los gorrones.