Los factores relevantes que contribuyen al buen funcionamiento de las organizaciones son su papel estratégico, la salud financiera, sus trabajadores y su flexibilidad; su capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones.
En un entorno público, en un ámbito de nombramientos directivos de orden discrecional, es trascendente que los criterios básicos de selección se realicen en base a los principios y los valores que ha elegido el pueblo soberano y se apoyen en la competencia y la capacidad de liderazgo de sus representantes. En determinados ámbitos públicos, la profesionalidad de los recursos humanos (jueces policías, sanitarios, docentes,..) garantizan la efectividad de los servicios, en ocasiones, a pesar de sus directivos y de sus directrices. El abanico de profesionales competentes es muy elevado y solo la reiterada apuesta por una dirección desestabilizadora o de bajo perfil puede entorpecer su funcionamiento. Precisamente, el principal riesgo en el nombramiento de cargos de confianza radica en que la discrecionalidad derive hacia la arbitrariedad y el amiguismo.
El Factor humano y sus variables
En todos los niveles institucionales, el factor humano, sean directivos o profesionales/trabajadores, es el principal elemento dinamizador y un potente revulsivo para la competitividad empresarial.
El propio factor humano está sujeto a múltiples variables internas y externas. En el sector de la salud, los factores internos directamente vinculados al desempeño y a la profesionalidad tienen como elementos más sólidos, la capacidad de aprendizaje, la motivación, las actitudes, la empatía y los valores que les envuelven. Los factores externos, son más generales, y se ven influidos por la situación social, el momento político, el estado de opinión, así como el carisma, la credibilidad y la capacidad de sus gobiernos.
Frenar las políticas regresivas de recursos humanos
El capital y el talento humano de todos los niveles profesionales sanitarios garantizan la mayor parte del resultado. Sin embargo, hay elementos que hacen pensar que el valor de las organizaciones sanitarias está en retroceso; la política de recursos humanos se ha convertido en uno de los eslabones más débiles de la cadena. Se están resintiendo la productividad, la mejora continuada y los resultados, dependientes en gran medida de la disminución de la motivación e implicación de sus profesionales.
Precisamente, la calidad humana de alguno de los nuevos nombramientos designados para dirigir los órganos transversales y estratégicos del “buque” como son los departamentos de regulación y ordenación de las personas, hacen albergar un rayo de esperanza. Su acreditada experiencia en la resolución conflictos, su pasión por el diálogo hasta la extenuación, su compromiso con el beneficio de las decisiones colectivas, y su sentido de la honestidad, devolverán la confianza perdida entre profesionales y organización. Permitirá recuperar el nivel necesario de complicidad para paralizar el deterioro objetivo del servicio sanitario público, por más que nos empeñemos en disimular o mirar hacia el otro lado.