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Presidente por extorsión

martes 19 de noviembre de 2013, 07:05h

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En el fútbol español hay múltiples tipos de presidentes de club. Dejando al margen a los únicos que pasan por las urnas -los que no son Sociedades Anónimas Deportivas-, el patio resulta de lo más variado. Hay presidentes que lo son por aprecio (y dinero) como José María del Nido en el Sevilla. Hay presidentes por imposición (los pone el dinero) como Enrique Cerezo en el Atlético de Madrid. Hay presidentes sólo porque ponen el dinero como el jeque árabe que preside el Málaga.

Luego hay presidentes queridos. Hay presidentes respetados. Hay presidentes influyentes. Hay presidentes incendiarios.

Y en Mallorca no tenemos nada de eso. Aquí nos hemos inventado un nuevo perfil: el presidente por extorsión. Biel Cerdá preside el Real Mallorca sin ser presidente ejecutivo (dice que anda buscando un candidato). Y es presidente del Consejo de Administración porque tiene cogido al máximo accionista por el punto más débil.

Algún día Lorenzo Serra Ferrer podrá explicar por qué Biel Cerdá (amigos de la infancia) hace y deshace a su antojo en Son Moix sin que nadie le tosa. Y lo hace con menos del 5% de las acciones. Será porque son acciones-bisagra.

Hace unos meses, Serra Ferrer y Cerdá sindicaron sus acciones. Un hecho que obliga a ambos a votar juntos en las decisiones del Consejo de Administración. Con esta fórmula, Serra Ferrer se aseguraba la estabilidad en la planta noble y evitaba que la bisagra se girara hacia el otro lado. Con este acuerdo, Cerdá lograba todo el poder que ondea en la actualidad (y que, por cierto, tan pocos resultados le está dando a la entidad).

Si la bisagra se hubiera girado hacia el otro lado dejando a Serra Ferrer en minoría, Cerdá no hubiera sido presidente. Los egos de Terrasa y Claassen se lo habrían impedido. Por eso están las cosas como están. Cerdá quería ser presidente y es presidente...no por extensión sino por extorsión.

Volviendo al principio. Lo es por extorsión y por ello no es ni un presidente querido (¿quien le muestra afecto en su palco?), ni un presidente respetado (no se le conoce capacidad de convocatoria), ni un presidente influyente (pregunten por él en el Ajuntament de Palma), ni un presidente incendiario (porque no sabe).

En Mallorca tenemos poca memoria. Teníamos miedo al fontanero y Claassen provocaba rechazo. Y ahora, toco el mundo calla.