www.mallorcadiario.com

Presentismo laboral

Por José A. García Bustos
sábado 14 de abril de 2018, 03:00h

Escucha la noticia

8 de cada 10 trabajadores realiza la compra del supermercado en horario laboral. Y para cada compra dedica entre 15 y 30 minutos. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados.

Lo que no dice este estudio es qué tiempo, además del mencionado, se dedica durante el horario laboral a otros menesteres: compras de gadgets electrónicos y libros en Amazon, organizar viajes familiares, revisar el correo electrónico personal, consultar las notas, menús y horarios de sus hijos, emplear Whatsapp, consultar su Facebook personal, leer diarios digitales, realizar visitas virtuales a países exóticos a través de Google Earth, consultar rutas con Google Maps, etc.

La tecnología avanza y, sin embargo, la mayoría de empresarios apenas han evolucionado la cultura empresarial desde la revolución industrial que es donde se empezó a implantar el control de presencia horaria. Cuando un trabajador vale más cuantas más horas de trabajo presencial acumule, independientemente de su resultado, el sistema falla.

Detrás de exigir la presencia en el puesto de trabajo se encuentra la desconfianza que da lugar a una obsesión enfermiza por el control y la vigilancia. Es como aquel amante que acompaña a su pareja a las reuniones con amigos por miedo a que le engañe.

Tras la obsesión por controlar el tiempo de los empleados aparece la desmotivación. Esto explica parte de la baja productividad en España. Y por no perder el trabajo se está ahí, no importando el desempeño que se haga.

El fenómeno de alargar la jornada en el puesto de trabajo se conoce como presentismo laboral como contraposición al absentismo.

Mientras no entendamos que lo importante es la consecución en tiempo y forma de objetivos claramente definidos, no incrementaremos la productividad. El lugar en el que se consigan es lo de menos. La tecnología permite hacerlo desde cualquier punto del planeta, ya sea en el parque, en casa o en la cafetería gourmet con música chill out de fondo. Qué más da dónde esté mi empleado si me hace ganar dinero, ¿no?

Aunque es cierto que no todas las tareas pueden realizarse por teletrabajo, si una parte de ellas puede hacerse allá donde el trabajador se sienta más a gusto ¿por qué no dejar que lo haga? El rendimiento está asegurado. No solo porque el entorno será más propicio sino por el chute de motivación del trabajador que sentirá como el empresario confía en él más allá de su supervisión.

Existe una interesante idea en la Dirección General de Desarrollo Tecnológico como es la de atraer un turismo de “sol y datos” en contraposición al de “de sol y playa”. El Govern quiere atraer a los turistas que trabajan lejos de su puesto de trabajo habitual aprovechando las nuevas tecnologías y las bondades del clima de nuestras islas. Sin embargo, este Govern es el mismo que hace fichar a sus trabajadores a la entrada y a la salida de sus consellerias. Facilitar el trabajo inteligente a los turistas y no hacerlo con los propios funcionarios es una incongruencia.

Si queremos que los trabajadores sean productivos y concilien bien la vida familiar y laboral, se debe dejar atrás la obsesión por la asistencia al puesto de trabajo como fin último. De lo contrario, el empresario estará desaprovechando tiempo y dinero mientras sus empleados sigan haciendo sus compras en horario laboral. Y no caigamos en la tentación de restringir el acceso a Internet. De hacerlo, no habremos entendido nada. El trabajador no necesita más restricciones sino mayor muestra de confianza.

Para conseguir trabajadores inteligentes, tenemos que dotarles de un puesto de trabajo inteligente. Y no es lo más inteligente obligarles a estar delante de su ordenador, durante ocho horas seguidas, con el ruido del ventilador del disco duro de fondo. Los más beneficiados de ello son Amazon y Mercadona.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios