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Por quién doblan las campanas

domingo 10 de noviembre de 2024, 05:00h

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Las campanas de la catedral de Notre Dame en Paris han vuelto a repicar. Para muchos ha sido una alegría. Para mí ha sido un recuerdo de lo que está sufriendo España en las últimas semanas. Suenan a toque de oración. Toque para rezar y pedir al cielo que nos ayude a soportar la triste levedad del ser, como dijo Milan Kundera. El toque manual de campanas español, del cual existen 30 diferentes, forma parte de la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. En muchas parroquias el toque ya no es manual. Es una grabación. Siempre y cuando no te denuncien los vecinos porque el ruido que hacen les molesta, porque reniegan de la iglesia católica, o porque todo lo de la religión les hace asco. Recuerde estimado lector lo que padeció la iglesia de San Sebastián de Palma por el sonido de sus campanas. Pero quisiera hacer un símil entre los toques de campana y nuestra triste realidad. Cuando suenan a arrebato es por anunciar una catástrofe, una riada, para que acudan los vecinos a ayudar a socorrer a los demás. También existe otro toque de campanas para anunciar una tormenta, un temporal en el pueblo. No sé si sonaron la noche de la llegada de la Dana, o cuando a los días llegaron los valencianos a socorrer a sus vecinos. No sé si sonó el toque de difuntos, el también llamado clamor, cuando empezaron a aparecer los primeros cadáveres de las víctimas. Hoy suenan a todas horas por los 223 fallecidos, 78 desaparecidos y 48 víctimas no identificadas. Pero estoy seguro de que desde el cielo se han hecho sonar las campanas de los corazones de los españoles para no olvidar lo que ha sucedido. Toque de oración, para analizar las causas y los efectos del fenómeno natural y de las gestiones realizadas u olvidadas por los responsables políticos. Para empezar, el presidente de la Generalitat Valenciana, y su más directo grupo de colaboradores. Tocan a fallecido político por el ministro del Interior, la ministra de Defensa y la de Transición Ecológica y el presidente Sánchez: los cuatro jinetes del apocalipsis. Repique de alegría por los miles de personas que han acudido con lo que tenían para ayudar a los damnificados. Gentes de derechas y de izquierdas, católicos, ateos y agnósticos, gente buena. Y gente mala, unos 200, que han sido detenidos por aprovecharse del dolor ajeno y robar lo que no necesitaban. El buen ladrón y el malo. El bueno roba pan, leche, comida, agua y enseres de limpieza. El malo roba joyas, teléfonos, electrodomésticos y el dinero. Tocan a gloria por la tarea de los profesionales, militares y civiles que están trabajando para terminar con este desastre. Tardaremos mucho tiempo en superar esta catástrofe que ha vuelto a mostrar lo mejor y lo peor de los españoles. De todos nosotros. Unos por mucho y otros por poco o nada. Y ya veremos cuando las mentiras del Gobierno de España y del Govern de la Generalitat Valenciana no se cumplan, y los casi 900.000 damnificados sigan sin volver a la normalidad. Es decir, parafraseando a Hemingway: ¿por quién tocan las campanas? Tocan por ti y por mí. Por todos nosotros.
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