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Pónganse a trabajar

miércoles 23 de octubre de 2024, 05:00h

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Es una evidencia que, en Balears, el nivel medio del parlamentarismo y de toda la política en general ha ido descendiendo desde la conformación de los órganos de nuestra Comunidad Autónoma en 1983.

Pocos profesionales prestigiosos sucumben ya a la tentación de adentrarse durante unos años en la actividad pública, a menos que se les confíen tareas de gobierno y, a veces, ni así. En gran parte, porque se trata de una actividad hoy en día incompatible con el mantenimiento activo de una profesión, siquiera de forma parcial. La política se ha convertido en un modo de vida para muchos parlamentarios y concejales de todos los colores, la mayor parte de los cuales provienen, además, del funcionariado, al que se resisten a volver.

Pero, también en gran medida, porque la actividad política pasa por un período de desprestigio generalizado ante la sociedad al que no son ajenos, ni mucho menos, sus propios actores, con obvias excepciones, como siempre.

Batallas campales capitalinas al margen, que de eso hablaremos otro día, nuestro Parlament es un claro ejemplo de que confiar una democracia a algunos personajes sin talla intelectual ni moral no nos va a salir gratis a los ciudadanos.

El último episodio protagonizado por las diputadas del PSIB, Mercedes Garrido y Pilar Costa, aderezado por la contumaz torpeza del presidente, Gabriel Le Senne, es una muestra palpable de todo ello. Hasta el diputado de Més per Menorca, Pep Castell -uno de los que, con sus intervenciones cargadas de sentido común, sostiene la dignidad del Parlament-, se abochornó con la actitud marrullera y de juego sucio de las socialistas. Parece como si el PSIB no tuviera otro norte en esta legislatura que armar follón en la cámara para ver si araña tres votos en favor de su depauperada opción, con una líder como Armengol, asediada por casos de presunta corrupción cada vez más evidentes.

Pero quienes realmente se retratan con esta utilización indecente e interesada de las imágenes de ciertas víctimas de la Guerra Civil en el Parlament son precisamente Garrido y Costa, que únicamente buscan el miserable rédito de sacar de sus casillas a un presidente de la cámara -a quien está visto que el cargo le viene muy grande- con el fin vicario de tratar de desgastar al Govern de Marga Prohens, algo que hasta la fecha no han conseguido y que, con esta actitud, dudo que logren jamás.

Ser diputado es un honor democrático que debe ejercerse con decoro y buscando el bien común desde la legítima diversidad ideológica. No consiste en comportarse como un ultrasur en un derby.

Por ello, señores y señoras diputados, dejen de una vez descansar en paz a los muertos de nuestra Guerra Civil, compórtense de acuerdo a la dignidad de los votos que les otorgaron su escaño y, sobre todo, pónganse de una vez a trabajar. O váyanse a casa.

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