Pompa y circunstancias
jueves 28 de mayo de 2015, 19:44h
A nadie se le escapó el boato que acompañó la apertura del nuevo Parlamento en el Reino Unido. También fuimos muchos los que nos rendimos a la tentación de comparar las monarquías de ambos estados y las diferentes expresiones de respeto a la tradición y a los postulados políticos de un partido, por lejano que estuviera el sillón del que ocupa el Primer Ministro.
Tocada por las más de tres mil joyas de la corona imperial, cubierta del centenario armiño, flanqueada por el Duque de Edimburgo y sentada en su trono del palacio de Westiminster la reina Isabel II leyó un millar de palabras resumiendo a la Cámara de los Lores el proyecto legislativo de “su gobierno”, el que encabeza David Cameron. Nadie rompió el férreo protocolo, ni expresó su desdén, cuando la madre del eterno príncipe heredero comunicó que el primer ejecutivo ‘tory’, de pura raza en cerca de dos décadas, ponía negro sobre blanco lo que considera prioritario para sus conciudadanos.
Sin ningún complejo, ni atisbo de incomodidad, el respaldo absoluto a la política conservadora radical de los británicos ha permitido que se apunten decisiones sociales que provocarían una revuelta en nuestro país. Terminada la limitación impuesta por la liberal-democracia de Nick Cleg, quien ocupa el número 10 de Downing Street (muy cerca de donde Sir Winston Churchill estableció su cuartel general en la segunda guerra mundial), está dispuesto a plantar batalla a todo aquello que ponga en riesgo el bienestar de sus paisanos. Su primer propósito será someter a los súbditos de su Majestad a un referéndum para saber si mantienen su status, en permanente inestabilidad, con la Unión Europea o estrechan el túnel bajo el Canal de la Mancha para separar el continente de las islas atlánticas.
Si Grecia no se anticipa, antes de que concluya 2017 sabremos si un estado miembro abandona por primera vez la Unión, a la que se incorporó hará 44 años, tras 12 de negociación con los primeros seguidores de Robert Schuman. El principal escollo para el entendimiento es el sostén de las cuatro libertades fundamentales, que no coinciden con las que expuso mucho antes el georgiano F.D. Roosvelt, sino que son los pilares de nuestra convivencia: la libre circulación de mercancías, de trabajadores, de servicios y de capitales, dentro del mercado interior. Esas libertades y aquellas que pueden impedir la salvaguarda de la integridad territorial y la seguridad nacional quedarán supeditadas en adelante a un marco jurídico restrictivo, que puede acabar con muchos derechos conquistados, incluida su vinculación a la Convención Europea de Derechos Humanos.
Esta decisión y otras que pretende llevar a cabo el primer Lord del Tesoro Británico, seguro que recibirán contestación social, pero el respaldo mayoritario de las urnas, su habilidad comunicadora y el talante firme de líder conservador dan a pensar que no le temblará el pulso a la hora de promulgar las medidas que beneficien a la ‘city’ y al progreso del Reino, aunque algunos colectivos invoquen prioridad de los derechos frente a sus obligaciones. Una política férrea y sin contemplaciones relativistas, donde se podrá descentralizar la administración pública sin descuidar la eficiencia general, que nos diferencia claramente de nuestros vecinos del norte, además de la moneda, el idioma y los faustos reales.