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Polonia y el iliberalismo

martes 24 de octubre de 2023, 07:37h

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El horror desatado en Israel y Gaza por la execrable acción terrorista de Hamás primero y la desaforada y no menos execrable reacción del gobierno israelí después ha dejado fuera del foco mediático el resultado de las elecciones parlamentarias en Polonia, celebradas el domingo 15 de octubre.

Y sin embargo se trataba de unas elecciones trascendentales, no solo para el propio país, sino también para toda la Unión Europea y, en general, para todas las democracias liberales. Polonia lleva ocho años gobernada por el partido Ley y Justicia, fundado por los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski y dirigido por Jaroslaw desde la muerte de Lech en 2010; un gobierno conservador de extrema derecha, xenófobo y ultrarreligioso que ha conducido al país por la senda del iliberalismo, restringiendo muchos derechos civiles, como el del aborto, con una legislación tan restrictiva que lo hace casi imposible, eliminando la independencia judicial y controlando los medios de comunicación.

El resultado de las elecciones parece que puede permitir un gobierno alternativo, ya que, si bien Ley y Justicia ha sido el partido más votado, el conjunto de la oposición formado por el centro derecha neoliberal de Donald Tusk, que ya fue primer ministro de Polonia y posteriormente presidente del Consejo Europeo, los democratacristianos y la izquierda, suman mayoría en la cámara baja polaca, a pesar de que el gobierno había hecho coincidir las elecciones con un referéndum sobre cuestiones de inmigración, con el que pretendía atraer para sí el voto de todos aquellos contrarios a la recepción de emigrantes, por razones de miedo, xenofobia, económicas o de cualquier otra índole.

Se trata, sin duda, de un hecho trascendente, puesto que pondría freno, se supone, a la deriva iliberal de Polonia y restauraría los derechos perdidos, la independencia judicial y la de los medios de comunicación, (ya se verá) y, además, porque sería la primera vez en los últimos años que se invierte la lenta, pero que parecía inexorable, deriva iliberal de muchos países europeos de la antigua órbita soviética y, no nos engañemos, también de la Europa Occidental.

El ejemplo paradigmático de democracia iliberal en la UE es Hungría, en especial porque el mismo Orbán así lo ha manifestado sin ambages, pero no le van a la zaga Polonia, Bulgaria y el peligro es manifiesto en Eslovaquia y Chequia. También, fuera de la UE, Serbia, Kosovo, Turquía y, por supuesto, Rusia, son ejemplos de sistemas iliberales. Y el ascenso continuo en toda Europa de partidos populistas, de extrema derecha o pretendidos liberales que no lo son, demuestra que la práctica totalidad de países estamos en riesgo. Ya veremos que pasa en Italia, donde gobierna una coalición de partidos de extrema derecha, populistas y falsos liberales.

En este contexto, el cambio de gobierno en Polonia sería un bálsamo, siquiera momentáneo, para la UE y toda Europa. En una democracia liberal un cambio de gobierno motivado por la pérdida de las elecciones del partido en el poder sería algo natural, acorde con las reglas de alternancia inherentes a todo sistema democrático sano, pero en un contexto iliberal es un hecho extraordinario, ya que por sus propias características y dinámica interna, tiende a laminar a la oposición y a imposibilitar ningún cambio por la vía electoral. Es lo que sucede en Rusia, Turquía o Hungría. Una valla pintada por un artista callejero polaco, Peter Fuss, en Katowice, sobre un fondo de filas de personas vestidas como trabajadores industriales con las caras tapadas por unos letreros en los que ponía de forma alterna: “to work” y ”from work”, contenía lo que podríamos considerar un resumen de la aspiración de todo gobierno iliberal: “don’t think, don’t ask, pay tax, vote for us”.

En España no estamos fuera de peligro, más bien al contrario. Del iliberalismo de Vox no parece que se pueda albergar duda alguna, pero mucho más preocupante es la insidiosa pero creciente deriva iliberal del propio PP. Al fin y al cabo, una de las características fundamentales del iliberalismo, el control del poder judicial, ha sido una obsesión de los populares desde la época de Aznar, así como legislar contra las libertades, como la famosa “ley mordaza”, que, por cierto, no ha sido derogada por el PSOE, para su infinita vergüenza.

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