Polilla en el armario

La abultada derrota del Mallorca en Cornellá, pues el gol de libre indirecto en el minuto 93 no exime de la debacle, exige un análisis más detallado antes de buscar en las significativas ausencias del once inicial le menor justificación. En primer lugar porque el anfitrión también sufría cuatro bajas importantes y, sobre todo, porque es difícil digerir que el mismo equipo que se mantuvo invicto hasta la vigésimo primera jornada del campeonato, al que Salva Sevilla no se incorporó plenamente hasta el segundo tercio del calendario aunque debutara a finales de septiembre, con las únicas excepciones de Sastre y Alex López, hubiera bajado su nivel hasta los límites exhibidos hace tres días. Si y Lago Jr, vale. Pero es que de lo que hablamos es de la defensa, de los tres tantos encajados, de una línea en la que estaban todos –Xisco Campos, José Angel, Raillo, Bonilla, Damiá y Pedraza- con el refuerzo de Gámez que, recordemos, debía mejorar, igual que Grima, al lateral de Porreres. Los mismos zagueros y el guardameta al que costaba dios y ayuda batir, vieron como un balón procedente de un saque de banda, se paseaba tranquilamente ante sus narices de palo a palo, hasta ser rematado a la red. El lateral zurdo y su central de cobertura todavía andan buscando al autor del segundo gol y del tercero superó en carrera a una pareja en la que los años pesan más que los kilos, al contrario del agua mineral de los milagros. Quienes cayeron son escaso honor, fueron aquellos en quienes se confiaba a principio de temporada. Tomemos nota.

Tampoco vamos a hacer estío de una flor, ni a dramatizar una mala actuación, pero la experiencia enseña que nunca hay que perder de vista los detalles y, según me soplan que reza un proverbio chino: no se avanza celebrando éxitos, sino superando los fracasos.