Podemos ha calificado esta semana de indecente la enseñanza de conceptos de economía a niños. Su líder, Pablo Iglesias, va más allá y considera que se trata de un escalofriante caso de adoctrinamiento.
Tras escuchar las declaraciones de su diputada de Castilla y León, que es la que ha puesto el grito en el cielo, veo que tienen un buen cacao mental, o mejor dicho, prejuicios sesgados, en temas económicos. No es que critiquen que se enseñe a los pequeños a ahorrar sino que no entienden que al ahorro conviene darle un uso para que la “inflacción” (con dos ces), como pronuncia la diputada, no haga perder valoral dinero.
Pero lo que más llama la atención es que detestan que el ahorro se destine a invertir con el fin de obtener un beneficio individual, como premio al sacrificio y a la asunción de riesgo de cualquier persona.
Si no fuera por esa ambición de obtener un beneficio para uno mismo, nadie arriesgaría. No existirían los negocios ¿Quién tendría interés en levantarse cada día a las cuatro de la mañana para ir al horno a amasar la harina, preparar pan, empanadas y ensaimadas y hornearlas para estar listas al llegar los primeros clientes? La ambición y ganas de progresar del pobre panadero es la que le lleva al sacrificio diario y a asumir el riesgo de que el negocio tire adelante. No digamos a poner dinero en él.
Por la ambición de unos se crean pequeños negocios que, a su vez, crean empleo.
En favor de Podemos tengo que decir que el libro criticado frivoliza con la creación de empresas como ejemplo de inversión. Dice el texto que "invirtiendo podrías ser dueño de muchas empresas como Coca-Cola, Nintendo o Danone". Ojo, se debe ser muy cauto con este mensaje y más cuando se da a los pequeños.
Es irresponsable hacerles pensar que se pueden crear súper empresas, así sin más. Como igualmente lo es decir a tu hijo que puede ser Messi si practica el fútbol.
Lamentablemente el fracaso es lo más habitual entre los emprendedores. Y el fracaso es duro a todos los niveles (personal, familiar, social, ...). Un 90% de los proyectos puestos en marcha fracasan antes de cumplir cuatro años. Como bien dice Trías de Bes en el recomendable “Libro negro del emprendedor”, más que estudiar casos de éxito, como nos tienen acostumbrados, hay que estudiar casos de fracasos empresariales para entender y evitar sus causas.
Pero de lo que no cabe duda alguna es de que la educación financiera es necesaria. No ya porque, como dicen algunos estudios como el Global Financial Literacy Survey, existe una correlación entre el nivel de cultura financiera de los habitantes de un país y la riqueza del mismo, sino porque los perniciosos efectos de las crisis económicas sobre las familias se pueden amortiguar con educación financiera.
Si en la recién superada (¿?) crisis económica, la gente no hubiera vivido por encima de sus posibilidades, si hubiera tenido ahorros o pequeñas inversiones que les reportaran alguna renta complementaria, por pequeña que fuera, o si hubiera sido más conocedora del riesgo de los productos financieros que los bancos le vendían, el golpe en las familias no hubiera sido tan traumático.
Se necesita educación financiera. Pero de la del día a día. No de la que se enseña en la universidad. Desde el colegio nos forman para encontrar un buen trabajo, ser un buen trabajador y tener un salario acorde a nuestras capacidades. Hasta en los Másters en Dirección de Empresas te forman para ser un trabajador. Directivo pero asalariado al fin y al cabo.
Nunca nos dijeron que teníamos que ser buenos emprendedores. Nos decían que si trabajábamos duro podríamos llevar una buena vida, pudiendo vivir en una casa grande con piscina y conduciendo un buen coche. Aunque fuera a costa de nuestro tiempo y salud.
Pero no nos dijeron que había otras posibilidades de obtener ingresos. Ni cuál era la diferencia entre un activo y un pasivo. Los activos proporcionan dinero al propietario. Los pasivos se lo detraen. Una gran casa y un buen coche son pasivos porque producen salidas de dinero continuadas (mantenimiento, seguro, combustible), etc. Serían activos si se alquilaran.
Tampoco nos dijeron que trabajar más implica pagar más impuestos. Muchos más. Tampoco, que existían otras posibilidades de ganar dinero como los ingresos pasivos, el interés compuesto o la inversión en activos, todo ello complementario al trabajo.
Tampoco que no toda la deuda es mala sino que existe una buena y una mala. La primera es la que pagan otros (por destinarse a inversiones productivas que generan ingresos) y la segunda es la que paga uno mismo (un pago con tarjeta de crédito de un viaje o cualquier préstamo al consumo).
Tampoco nos enseñaron qué era el apalancamiento. Las palancas son pequeños apoyos que, como dijo Arquímedes, nos permiten mover el mundo. O casi. Es decir, nos hacen llegar más lejos. Hay muchas y es bueno detectarlas y emplearlas. Algunas son la mente, la organización del tiempo, el saber rodearte de un buen equipo que te harán mejor, el saber delegar o la propia deuda buena.
Hablando de niños y palancas. Se les podría recordar la leyenda en la que David, con un físico mucho más canijo y débil, ganó al gigante Goliat apalancándose en una honda. Sin ella hubiera sido imposible vencerle. Muchos cuentos infantiles y leyendas contienen educación financiera de utilidad. El caballo de Troya es otra.
Con la compra del chaletazo de Galapagar, Pablo Iglesias e Irene Montero han demostrado tener muy poca educación financiera por adquirir una deuda mala, tan elevada y a tan largo plazo, en un momento de máximos precios en la vivienda, con una posible corrección generalizada a la vista, con unos trabajos eventuales (como cualquier político) y con ingresos, en teoría, limitados a tres veces el SMI, como dijeron que harían. Ignoro si la casa en barrio obrero que deja Pablo Iglesias era suya y, ese caso, si la ha alquilado. Si lo ha hecho, demostraría que sabe reducir la exposición al riesgo ante la nueva adquisición. Pero dudo que aprovechara las rentas del capital. Todo lo que venga del capital y no del trabajo le causaría urticaria.
Qué quieren que les diga. Una mayor educación financiera habría hecho menos virulenta la crisis en las familias. Como Podemos nació del descontento de la gente el plena crisis, podría entender que la ausencia de educación financiera tiene como consecuencia una mayor vulnerabilidad y, por tanto, fomentaría la propagación del mensaje de Podemos. Ahí podría radicar su oposición a la educación financiera, ya desde niños.