Si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo es que el año 2020 puede calificarse como annus horribilis. Lo que en lenguaje coloquial se conoce como un año de mierda (con m larga). No hay que recordar por qué lo calificamos así. Muchos han perdido a sus seres queridos y muchos otros han perdido su trabajo o su negocio, yéndose su economía al garete. Otros los perderán inexorable e inevitablemente en los próximos meses.
También estamos de acuerdo todos en que las personas que más reconocimiento se merecen, por su esfuerzo y dedicación, en este trágico 2020 son los empleados del sector sanitario. Si no fuera este colectivo el agraciado, los siguientes candidatos por méritos deberían ser los cuerpos y fuerzas de seguridad, los docentes o los descubridores de las vacunas
¿He dicho todos? No, parece que no estamos todos de acuerdo en señalar los merecedores de tal distinción.
Desde 1927, la revista Time lleva dedicando el título de persona del año a quien “para bien o para mal haya tenido mayor influencia en los eventos del año”. Particularmente, me gustó la del año 2006 en la que aparecía la palabra “You”. Nos dedicaba a todos nosotros esa mención especial porque, gracias a Internet 2.0 pasábamos a interactuar y ser protagonistas en la comunicación bidireccional.
¿Adivinan a quién han dedicado este año tal galardón? El premiado ha sido el candidato a la Casa Blanca, Joe Biden y a su segunda, Kamala Harris. Y, como sagaces lectores que son, se preguntarán por qué. Yo también lo hago aunque me imagino la razón por lo que les he contado en columnas de opinión anteriores.
Díganme qué ha hecho Joe Biden en 2020 más allá de presentarse a unas elecciones. Qué ha podido hacer Biden, cuyos actos han llegado a ser más notables que la de los descubridores de las diferentes vacunas contra el coronavirus o que los de los sanitarios que han echado el hígado y horas restadas al sueño durante esta pandemia.
En 2012 esta revista dedicó la portada a los luchadores contra el ébola, un virus con muchas menos muertes a sus espaldas que el SARS-COV-2, protagonista real de 2020. Ahora han considerado que un candidato a una presidencia es más merecedor que un sanitario, un policía, una cajera de supermercado o un maestro, mis auténticos protagonistas.
Llama la atención que a Biden lo intenten ensalzar por todos los medios ¿No les chirría la forma tan descarada como se hace? La realidad es que Biden aún no es el presidente de Estados Unidos y que 24 estados han apoyado una demanda del Estado de Texas ante la Corte Suprema (SCOTUS) para investigar si ha habido irregularidad electoral. Ni que decir tiene que la imagen de la nueva “persona del año” se vería seriamente dañada si prosperara tal demanda y llegara a demostrarse tal hecho así como quienes suenan como instigadores del presunto fraude.
Es apresurado decir que Biden es el nuevo presidente de Estados Unidos pero más osado y temerario es decir que es la persona más relevante del año. No solo por lo injusto del nombramiento sino por el riesgo que conlleva para la reputación de la revista Time en un momento en el que el fraude electoral está siendo investigado por la Corte Suprema de Unidos y podría pronunciarse en contra del galardonado. Pero Biden tiene un descarado viento de cola que continuamente le ensalza a la vez que denigra a su oponente. Hay un fuerte interés en que sea presidente por lo que representa.
Ahora es Youtube que anuncia que prohibirá cualquier canal que hable de fraude electoral en Estados Unidos, aunque esté presentado ante la Corte Suprema. Llama la atención la censura a la que se está sometiendo a quienes intentan contar la verdad en canales alternativos. No tardará en ser exitoso algún otro canal sin censura. Puede que acabe ganando Biden pero aún no lo ha hecho.
A mí Trump no me levanta de la cama pero sí la verdad y allí donde pueda seguiré defendiéndola y contándoles lo que no recogen otros medios. Sobre todo, en estos momentos. Ya se sabe que en época de guerra la verdad es la primera víctima. Y sí, estamos en guerra. Psicológica y virtual entre fuertes intereses y diferentes concepciones de entender el futuro de la humanidad, a la vez que microbiológica contra el virus. Guerra al fin y al cabo.