Pereira en el banquillo

En esta vida y según qué amigos te rodeen, no se necesitan enemigos. Ayer se vió en el juzgado la demanda formulada contra Michael Pereira por Nicola Franco, su antiguo representante. Recuerdo que cuando era particularmente crítico con el futbolista por lo que entendí que era bajo rendimiento, este agente, que parecía estar en nómina de una emisión radiofónica local, andaba por las redacciones para hacerme llegar algún que otro recado. Hay que ver cómo cambian los tiempos y, sobre todo, como lo hacen algunos. Pero eso no viene hoy a cuento.

En esta causa habían sido citados como testigos Serra Ferrer, Gabriel Cerdá, Michael Blum y Utz Claassen, además de Aouate que, casualmente, fue el único que se presentó. Entiendo que, pese a la obligatoriedad de personarse, alguno de los convocados no hiciera acto de presencia. En los meses de enero y febrero el virus de la gripe hace estragos y, además, también puedo comprender que quienes ya no están en el club hayan perdido interés tanto en la causa del demandante como en la del demandado, es decir Serra, Cerdá y Blum. Más grave me parece que, sin negar que haya una causa justificada, no compareciera el presidente y todavía accionista cuando el afectado es un jugador en activo y titular de la primera plantilla. Diré más. De no poder acudir habría podido enviar a alguien para estar al lado del jugador, con quien solamente se quedó su actual gestor, Miquel Riera.

El enfadado y preocupado, o no, debe ser Pereira, por supuesto. A mi, en su lugar, no me hubiera hecho ninguna gracia que mi empresa se desentendiera del asunto y esa, acertada o desacertadamente, es la sensación que transmite este nuevo acto de la gran comedia que a diario se escenifica en Son Moix.