Pepinolandia

Podría ser, perfectamente, el nombre de un pueblo de España. De hecho casi lo es y está en Cáceres: Pepino. ¿Qué porque escribo sobre el nombre de un lugar que más que lugar parece verdura? Pues la verdad, señores, porque me he quedado ojiplática al ver la gran cantidad de nombres rarunos que tienen los muncipios de España.

Lo cierto es que tiene que ser una putada vivir en Pepino, Toledo. No por el sitio, que fijo que es precioso, sino por el nombrecito… ¿Se imaginan una conversación con, por ejemplo, un taxista? “Me lleva a Pepino por favor”, “¿Cómo? ¿Qué quiere un pepino?”, “No, que yo soy de Pepino, que me lleve a Pepino”, “Señora yo soy un taxista, no vendo Pepinos”… En fin, de besugos…

Pues como este hay muchos otros… En Toledo, por seguir en tan bello lugar, encontramos los pueblos de Cebolla y Membrillo. En Extremadura el Gordo, Aceituna y Morcillo. En Aragón Pancrudo y Melón en Galicia. ¿Se imaginan el hambre que te debe entrar haciendo una ruta turística por esos pueblos? Como para estar a dieta.

Pero si hablamos de nombres raros la palma se la lleva Villapene o Parderubias en Galicia. La guasa de los pueblos vecinos debe ser de toma pan y moja. Y como estos otros tantos. Guarromán en Andalucía, Villanueva del Pardillo en Madrid, Los infiernos en Murcia, Dios le guarde, Peleas de abajo y Villalibre de la Jurisdicción en Castilla y León.

Como ven la geografía española es como sus habitantes, de lo más variopinta y extraña pero, como dice la frase popular, “en la variedad está el gusto”.