El comercio de proximidad de Mallorca atraviesa el que probablemente es el peor momento de su historia. El panorama dibujado por el presidente de Afedeco, Toni Gayà, este fin de semana en mallorcadiario.com describe una situación en la que, a los problemas sufridos durante los últimos años, se ha sumado la actual crisis generada por la pandemia, con el cierre de las tiendas durante semanas y la previsión de que los turistas de fuera de las Islas -de importancia capital en los locales del centro de Palma, por ejemplo- aún tardarán en llegar.
La frase en la que Gayà afirma que "hay tiendas que en toda la semana pasada no han vendido ningún producto" resume el escenario con el que se enfrenta el pequeño comercio en esta fase de tímida apertura de los locales. Los ingresos no compensan lo gastos y la posibilidad de que mucho comerciante opte por bajar la persiana es más real que nunca.
Acorralados por el auge de la venta online y las grandes superficies -de fácil acceso y con aparcamiento gratuito-, los comerciantes han venido reclamando desde hace años una mayor atención por parte de las administraciones. La respuesta ha sido desigual; con aciertos, pero también con importantes errores o falta de compromiso por parte de quienes gestionan las instituciones. Los comercios han visto, por ejemplo, cómo se ha restringido la movilidad en las zonas comerciales del centro de Palma, sin que haya alternativas suficientes en términos de transporte público o más aparcamientos. La clientela no lo tiene fácil.
La guinda la sufrían hace una semana con el rosario de informaciones -confirmadas, desmentidas y vueltas a confirmar- sobre si se podían hacer rebajas. La falta de información ha sido una constante en esta etapa; y la incertidumbre sobre el sector, incluido el futuro laboral de miles de trabajadores acogidos a un ERTE, aún no ha acabado de resolverse, de forma que muchas tiendas se enfrentan a problemas financieros graves, según señala Gayà.
Ganar fuerza como asociados y plantear alternativas como la de convertir zonas de Palma en un centro comercial de fácil acceso y que pueda hacer campañas en las fechas de mayor consumo son las opciones de un sector que se niega a dar la batalla por perdida. En esta labor, sin embargo, es necesario un mayor compromiso por parte de las instituciones, desde el Govern al Consell, pasando por el Ayuntamiento de Palma. Todos ellos, especialmente este último, deben implicarse más si realmente quieren salvar un sector que aporta crecimiento, empleo y dota a las ciudades de un dinamismo y una fisonomía que, en las circunstancias actuales, está en riesgo de desaparecer.