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Peleas multitudinarias en la calle

miércoles 15 de septiembre de 2021, 00:00h

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Las peleas callejeras en las que se ven implicadas multitud de personas, en su mayoría jóvenes, es un fenómeno que se ha empezado a suceder en Mallorca con demasiada asiduidad, sobre todo en fines de semana. Desde el final del estado de alarma y la paulatina eliminación de las restricciones al número de personas que podían reunirse durante la madrugada la realidad ha derivado, tristemente, hacia un aumento de los botellones, el consumo de alcohol en la vía pública y la proliferación de altercados callejeros.

Las consecuencias de estas peleas se traducen en cuantiosos desperfectos en el mobiliario público -o de sillas y mesas de terrazas- y sobre todo en agresiones que, en algunos casos, revisten una considerable gravedad, como es el caso del joven que quedó tendido, sangrando y sin sentido en una de las últimas trifulcas multitudinarias que tuvo lugar en el Port de Alcúdia.

En unos pocos días se han producido altercados de gravedad en Palma, Alcúdia, Inca... con varios detenidos y heridos. En Son Gotleu, un incidente junto a una terraza acabó en una pelea en la que participaron medio centenar de personas; en Alcúdia, fueron cerca de 30 los jóvenes que se enfrentaron lanzando sillas y mesas y agrediéndose con todo tipo de objetos.

Este tipo de violencia debe preocupar y, sobre todo, debería ser contestada con la contundencia necesaria, si la prevención de tales sucesos no es posible realizarla en tiempo y forma. Ya no hablamos sólo del riesgo de nuevos contagios que supone la concentración de multitudes sin medidas de control, o del coste por los destrozos producidos, sino del peligro real de que este tipo de peleas acabe teniendo unas consecuencias graves para alguno de los implicados.

Sólo en Palma, de las 2.500 actas por botellón o incidentes callejeros levantadas por la Policía Local desde el inicio del año, 1.200 se han tramitado por actuaciones realizadas de junio a agosto. La desescalada -sobre todo a la hora de permitir reuniones en horarios en los que ya no hay abiertos bares ni restaurantes, y mientras el ocio nocturno sigue clausurado- no puede derivar en un aumento de la inseguridad ni en la proliferación de altercados como los que tristemente se han recrudecido los últimos días.

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