Al fin hay fecha para una nueva sesión de investidura: será el martes 30 de agosto. El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, cumplirá con el encargo del Rey Felipe VI y acudirá al Congreso de los Diputados aunque por el momento solo cuenta con el voto de sus propios diputados y eventualmente los de Ciudadanos, con quien se está negociando, y Coalición Canaria. Sumarán 170 votos, lo que le obligará a ir a una votación en segunda ronda. El PP se muestra incapaz de convencer al PNV, pero no le queda más remedio que intentarlo a toda costa porque de lo contrario habrá que ir a unas nuevas elecciones generales, las terceras.
El PSOE se muestra inflexible en su posición de no facilitar ni de forma activa ni pasiva la investidura de Rajoy. Lo reiteró su secretario general, Pedro Sánchez, en Eivissa, junto a la presidenta del Govern, Francina Armengol. Sánchez eludió decir qué va a hacer su formación para evitar unas terceras elecciones, pero su formación tendrá mucha responsabilidad si finalmente esa insólita posibilidad se materializa. Con el agravante de que la nueva cita electoral sería el domingo día 25 de diciembre, algo absolutamente descabellado.
Sánchez tiene que afrontar su propia responsabilidad y si no es capaz de armar una alternativa de izquierdas, cosa que por el momento parece tener aún menos votos que los que puede lograr el candidato del PP, debería permitir que Rajoy sea investido aunque sea con la ausencia de 11 de sus diputados en la segunda ronda de la votación de investidura. Abocar al país a unas terceras elecciones sería hundir electoralmente aún más al PSOE, por no hablar de la situación en que quedaría la imagen de España como país.