Pastor escurre el bulto
miércoles 18 de marzo de 2015, 18:06h
La ministra de Fomento, Ana Pastor, visitó este martes la isla para inspeccionar las obras de desdoblamiento del segundo cinturón de Palma (carretera MA-30) y para inaugurar el nuevo enlace que une el Camí Fondo y la autopista de Llucmajor y del aeropuerto (MA-19) con las barriadas de Es Molinar y Es Portixol. Estas importantes y muy necesarias mejoras en la conectividad por carretera de los accesos a Palma y su área metropolitana, han sido sufragadas gracias al convenio de carreteras suscrito entre el Govern de les Illes Balears y el Ministerio de Fomento. Aunque sea evidente el tinte electoralista de estas inauguraciones a 2 meses de las elecciones, hay que celebrar que las autoridades inauguren las obras públicas que han sido sufragadas con los impuestos de todos los ciudadanos, ya que esto es lo lógico y normal. Lo que no tiene ningún sentido es invertir en infraestructuras, hacerlas y no inaugurarlas, como algunos aplaudían antaño, aunque ahora parecen haber cambiado de opinión. En todo caso, bien está que se hayan construido, atendiendo a la demanda ciudadana, y que los políticos las inauguren.
Sin embargo la ministra de Fomento escurrió el bulto al ser preguntada por el polémico "fast line" o "carril rápido" del Aeropuerto de Son Sant Joan, recién puesto en funcionamiento. Se escudó en que se trata de un servicio que las compañías aéreas demandaban a AENA para ofrecérselo a sus clientes y que ya se presta en muchos otros aeropuertos europeos. La ministra parece olvidar que los ciudadanos lo que principalmente demandan de la Administración es un servicio eficiente y rápido -y a poder ser económico- por parte del gestor aeroportuario, lo cual no se da en el caso de los filtros de seguridad de la zona de embarque en el Aeropuerto de Palma, como es deber. Ana Pastor y AENA parecen mostrarse muy solícitos a las demandas de las aerolíneas y muy displicentes con los viajeros. Convendría que invirtiesen el orden de prioridades y que AENA se preocupase primeramente de servir de modo adecuado a los usuarios del transporte aéreo, antes que a las compañías aéreas y a las cadenas de comercios y restaurantes que operan en las instalaciones de los principales aeródromos españoles, cuyos intereses divergen mucho de los usuarios por razones obvias. AENA y Ana Pastor debieran preocuparse más por los viajeros y no tanto por el negocio.